“Lo esencial es indefinible. ¿Cómo definir el color amarillo,
el amor, la patria, el sabor del café?
¿Cómo definir a una persona que queremos? No se puede”
Jorge Luis Borges
Pintar es pensamiento abstracto. Para aproximarse a la pintura no se debe partir, únicamente, de la interpretación lógico/racional de los elementos que encontramos en ella. Sí, los diferentes monigotes y colores que vemos en una pintura pueden significar algo más de lo que son, pero no siempre y no necesariamente. No siempre debemos preguntarnos “¿qué hay más allá de ese amarillo?” a veces, simplemente hay que verlo. Verlo y sentirlo porque solamente existe allí, porque tiene una forma, una proporción y un lugar específico que no existen en ningún otro lugar del universo.
El proyecto que desarrollo actualmente parte del entendimiento de la pintura como objeto. La pintura es un objeto que reclama ser visto, que grita, susurra y seduce.
¿Qué es la pintura sino un objeto? Este objeto posibilita que otros objetos sean resignificados, que las limitaciones que les son impuestas cotidianamente, desaparezcan. Que una cortina se vuelva tela, que una radiografía se vuelva autorretrato y que un color nos revele el infinito. La pintura contemporánea a nosotros no debe de ser una ventana a través de la cual descubrimos un mundo sino una plataforma que increpe el mundo que habitamos. El pensar históricamente a la pintura me posibilita problematizarla y cuestionar sus formas. Hay que cuestionarlo todo, hay destruir paradigmas para revelar lo absurdo de lo que percibimos como natural. La pintura, para mí, es un medio a partir de la cual nos redescubrimos a nosotros mismos como humanidad.
