Jonás siempre quiso ser un trapecista-clavadista. Aún antes de nacer. Cuando se encontraba todavía en la panza de mamá, trepaba una de las paredes uterinas, se sostenía con fuerza colosal del cordón umbilical, y en una  cómica posición acuclillada, miraba toda la líquida inmensidad. Con sus pequeños deditos rosados, casi casi transparentes, tapaba sus minúsculas …