Calaveritas literarias [2021]



Los siete hábitos de las calacas altamente efectivas

La muerte un día se levantó y se vio al espejo.
—Ya me cansé de quitar almas a lo perplejo.
La calaca fue al psicólogo a buscar ayuda,
mil pesos la sesión, el dinero se la suda.

El psicólogo preguntó sobre sus problemas,
su infancia, crecimiento, desamores y dilemas.
La calaca se sintió segura y en confianza, 
dirigió su vista al techo, comenzó la charla.

—Solo tomé almas, ni la casa he limpiado,
tengo basura de la era de Leningrado,
no he limpiado mi baño desde el último abril,
el escusado parece reactor de Chernóbil,

me aburrí de todo esto, me quiero suicidar, 
pero ¡soy la misma muerte, eso no puede pasar!
¿Por qué siempre visto oscuro y tan atroz?
¿Seré una invención como Santa Claus?

Nunca entendí bien lo que soy, la mera verdad,
un maniquí de calcio; ¿la vida puede quitar?,
alguien se dedicó a darme una mala imagen
nomás por mi apariencia y no vestir de traje,

no es momento de un problema existencial,
tengo esta cosa que me hace tan especial,
esta guadaña afilada eso es lo que es,
mejor la cambio por boletos de los BTS,

en vez de suicidarme me iré de vacaciones
a Tulum donde hay muchas altas vibraciones,
o mejor a Cancún a nadar con los delfines,
tengo unos flotis destinados a esos fines,

todos creen que elimino almas así nomás,
la curva de La Pera se ha llevado muchas más,
hay cosas más peligrosas que su servidora,
y no les escriben rimas de forma innovadora,

si mato a la muerte estaré creando vida,
nunca me apareé, no sé cómo es la movida,
la idea del sexo entre calacas es divertida,
suena como Megadeth en versión marimba,

me siento atrapada, quisiera hacer otra cosa,
aprender a cocinar comida deliciosa,
cocinar manjares, aprender cómo hacer pudín,
tener un restaurante con estrellas Michelín.

El psicólogo le dijo que era un gran avance,
tendrían que verse cada lunes si tenía chance,
la muerte le dijo que esas no eran formas.
—Mejor recéteme algunas deliciosas drogas.

El psicólogo se molestó y la echó del lugar,
eso lo hace un psiquiatra le dijo sin dudar.
—Pues mejor voy con uno de esos, le contestó.
Tomó su guadaña afilada y de ahí se marchó.

Ahora la calaca es una chef de altos vuelos,
cocina platillos poquiteros y selectos,
sabe de cocina francesa, india y peruana,
a todo le pone un toque de chía y mejorana.

Ahora ella vive modesta en Beverly Hills,
tiene un jardín y es vecina de Britney Spears,
un mayordomo, cancha de tenis y alberca,
un amante con el que pasea en bicicleta. 

¿Saben lo que cambió su vida?, aquí el dato:
leer libros de Yordi Rosado a cada rato,
uno que otro de Coelho y Elías Ayub:
“Cómo ligarte a un rico y ya no ver el Pornhub”.

¿Cómo se ligó a un millonario de Canarias?
Es que al muchacho le gustan muy delgadas,
la vida puede ser buena, mala o tono de gris,
¡No la juzgues, desgraciado! ¡Sólo sé feliz!

Hace unos días tronó con su infame novio,
lo cachó con una amiga en pleno polvo,
ella les gritó: “¡Juro que de mí se acordarán!”
y en el patio del desdichado les puso un volcán.

Hay más, el cuatro de octubre cumplirían un año.
—Tiraré las redes sociales pues mucho lo extraño.
Conectó su guadaña por cable al gran internet,
dio seis horas de micro infartos al buen Zuckerberg.

—Edgar Robles


Atentamente, el Dpto. de RRHH

A Carlos


A Benito Caratabla
su oficio le permitía
vivir de la hipocresía
y gozar de esa ironía

Algo así como burócrata,
quizás de recurso humano,
el punto es que le pagaban
por ser puto desgraciado

Cuando por fin llegó la hora
y la MUERTE fue a buscarlo
Benito eludió con sorna:
“A las dos ya no trabajo”.

La pobre muy decaída
volvió a casa rezongando
“Ni Sísifo en su partida
me trató con tal descaro”.

—J. E. Arias


Memento Mor.io – Planto a la traumática ocasión de la caidita de internet

Aquella tarde de junio
se nos paró el segundero,
se nos encogió hasta el alma,
las caras palidecieron
e, inauditamente ociosos,
se desmayaron los dedos.
La mente se nos llenaba
de preguntas sin respuesta:
¿Qué edad tiene Julia Roberts?
¿De qué especie es la jineta?
¿Qué desayuna Joe Biden?
¿Cuánto horneo mis galletas?

El dinosaurio brincaba
cual si no hubiera mañana
y, en el fondo, aunque lo hubiere,
¿a quién le quedaban ganas
de vivir al desamparo
del Yahvé de las pantallas?
Fases del duelo: me niego
a creer que esto esté pasando.
Enciendo y apago el guaifai
y quito y pongo los datos;
el ruter lo desenchufo
para volver a enchufarlo.
Llega la ira: mi móvil
lo lanzo contra la cama
(como es caro, me desfogo
de manera controlada);
y llamo a la compañía
y maldigo a su empleada.
Luego trato de engañarme
yendo a comer una fruta,
«seguro que, cuando acabe,
esto habrá vuelto a su ruta».
Pero vuelvo y todo sigue
envuelto en su espesa bruma.
Y me anega y me sepulta
la sensación de orfandad,
el dolor de haber tenido
algo que no volverá.
Lloro los memes nonatos,
maná que no hay que aguardar.
Mas, después de la tormenta
dicen que viene la calma
y yo vislumbro a lo lejos
esa novela tan larga
cuya lectura postergo
desde época tan lejana.
«Adiós, demiurgo en la nube,
ya no te necesitamos.
Contigo se nos va mucho
(tanto cine, tantos cuadros,
pero también tanto porno
y tantos vídeos de gatos,
“suscríbanse a mi canal”,
tantas fotos de mascotas
y tanto fanfiction cutre
y tanto hater idiota
y tanto póker online,
promesa de bancarrota);
deseo que los bugs devoren
tu cuerpo de unos y ceros:
mi tacto se ha hecho al papel,
mis ojos al blanco y negro,
mi paladar a la prosa
de Vargas Llosa, ese genio».
Mas, dos Doritos después
y dos páginas muy espesas
arrojo lejos el libro,
pues en la compu las letras
de Google, su único dios,
resplandecían, ¡Eureka!
Santo Tomás redivivo,
aún quiso hacer una prueba:
deletreó M-A-R-A-B-U-N-T-A
e hincóle la uña a la tecla
del enter que lo condujo
al dulce redil de vuelta.

—Eva Ortiz Aguado


Vacuna

Ya tenemos la vacuna,
menos preocupación,
pero faltará siempre una:
la de no ir al panteón.

—Audberto Trinidad Solís


Día de muertas

El día de muertos llegaba
Mas sin gran celebración
Pues la muerte se lamentaba
Llevando a sus hermanas al panteón.

A todas halló en el camino
Con la mirada intranquila;
Desde la empleada y el ama de casa
Hasta la niña con su mochila.

Ninguna llegaba al altar
No entendían lo que pasaba.
Si ayer aún podían respirar
Y hoy quién sabe en dónde estaban.

Pronunció entonces discurso certero:
“Yo ya nada puedo hacer
Hay de muertas un reguero
Que me ha hecho padecer”.

“Ninguna ha corrido con suerte,
La suerte que es hoy tener vida.
Ese instinto que te advierte
Del violador y el femicida”.

“Pudo el narco causar tu agonía
O quizá tu marido furioso,
Mas te mataron los jueces y la policía
Y es la indiferencia quien te ha echado al pozo”.

“Con sus acciones inconscientes
Nadie cuida la integridad
Pues siempre acaban los delincuentes
Cubiertos de impunidad”.

“No lamenten su destino
No ha sido culpa de ustedes.
Fue del idiota que les truncó el camino,
Y del ex violento que les envolvió en sus redes”.

“Mas no evito que tu historia me duela,
Ay, mi niñita inocente,
Que a ti te deje en la escuela
Y te recogí en el forense”.

“Queden tranquilas ahora
Que siguen siendo recordadas,
Pues sus madres aun lloran
Sus memorias tan amadas”.

“No han dejado de gritar
Sus nombres con quebranto.
Vengan, ya pueden descansar
Conmigo, en el camposanto”.

Ya con esta me despido
Que la rima debe acabar
Por favor, no las tiren al olvido,
Que quieren volver a su hogar
Pero no alcanza el cempasúchil para poderlas guiar.

—Jazmín Camarillo Escandón


Viene por mí

Confundida se encuentra la muerte,
con tanta celebridad humana.
A mí me falló la suerte,
pues por mí llegó la Catrina.

“No te quieras pasar de viva”,
me ha dicho la huesuda.
“Para mí eres una humana atractiva,
de mi buen gusto no cabe duda”.

Aunque por gringa te has hecho pasar
cambiar tu nacionalidad no te va a ayudar.
La muerte no distingue nacionalidades,
ni mucho menos a las celebridades.

—Kimberlyn América Rodríguez Benito


¡Muchas gracias por participar, hormiguitas! Como cada año, les deseamos un bonito día de muertos y los esperamos en el panteón en 2022.

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