por Daniel Brumaire
El hecho fundamental de la existencia humana
es el hombre con el hombre.
—Marti Buber, ¿Qué es el hombre?
Eran Rilkis es un cineasta israelí que, en la mayoría de sus obras, ha intentado plasmar los infortunios que dos pueblos en un mismo territorio deben enfrentar. Para Rilkis, los procesos de conocimiento tienen que ver con un problema fundamental en ambos pueblos: el dialogo y conocimiento del otro sin prejuicios. El caso particular de Zaytoun nos muestra que somos entes sordos.
Zaytoun es una película israelí dirigida por Rilkis y ambientada en los años ochenta, donde se desata la guerra entre Israel, Palestina y Beirut. Lejos del conflicto bélico, Rilkis nos enseña a un grupo de marginados que viven en campos de concentración. Sí, estoy hablando de palestinos que se refugian en Beirut, pero que viven relegados por la propia comunidad árabe. Entre este grupo de palestinos se encuentra un niño llamado Fahed, quien vive todas las desventuras posibles y que muy en el fondo culpa a los israelíes de todos los males que le pasan. El conflicto iniciará cuando Yoni, un soldado caído y capturado por la Organización de Liberación Palestina, tiene el encuentro con este grupo de niños que pueden saber poco o mucho sobre cómo salir de ese lugar. Fahed y Yoni hacen un lazo de amistad, pues a lo largo de su viaje de salida de Líbano, tienen que confiar en el otro para poder salir sin ningún problema y con vida. Para Rilkis no es extraño mostrarnos este tipo de relaciones, pero aquí es donde inicia el trabajo del cine y la filosofía.
A lo largo de los años hemos concebido que un palestino y un judío no puedan tener algo en común, mucho menos salir a la libertad como grandes amigos. Es por ello que un filósofo israelí del siglo XX, llamado Martín Buber, escribió una serie de ensayos donde es precisamente la idea de utopía la que debe reinar en los conceptos de ambos pueblos. Para Buber “el calificativo ‘utopista’ pasó a ser el arma más fuerte en la lucha del marxismo contra el socialismo no marxista” (Buber, Caminos de utopía), es decir, un arma que refería a una sociedad de cambios estaba siendo desperdiciada por una concepción de la utopía como algo irrealizable y al mismo tiempo el utopista sería parte de este grupo de personas que tienen proyectos de sistema grandiosos e innovadores. La utopía tiene que ver con el concepto “ningún lugar” o “buen lugar”, es decir: un lugar inexistente que es bueno. Para Buber, este concepto girará en torno a un lugar específico y lo trabajará hasta llegar a una solución puesto que “no es cuestión de llevar a la práctica cualquier sistema utópico, sino de colaborar conscientemente en el proceso histórico de transformación de la sociedad que se opera ante nuestros ojos”.
Primeramente es menester entender que Buber intentará que el lugar a donde se lleve a cabo la utopía sea Palestina-Israel. Este lugar que, como dice en uno de sus títulos, es “Una tierra para dos pueblos”. Los intentos de conciliación de Buber son proyectados en su libro Yo y tú donde veremos que existen dos palabras primordiales el “yo-tú” y el “yo-ello”, que en realidad es no sólo la palabra sino las formas de relacionarse a partir de uno, ya que “el hombre que tiene experiencia de las cosas no participa en absoluto en el mundo. Pues es ‘en él’ donde la experiencia surge, y no entre él y el mundo” (Buber, Yo y tú). Primeramente la relación “yo-tú” tendrá que ser la relación en la que uno y otro están unidos de manera tan cercana que no tendrá problema en el dialogo. Aunque la relación “yo-ello” es el conflicto principal pues es en este tipo de conocimiento, los modos de conocimiento son nulos ya que vemos al otro como un extraño.
Es por ello que cuando hablamos de Eran Rilkis no estamos ante películas que hablan del conflicto entre palestinos e israelíes, sino que el cineasta intentará que la relación yo-ello, que maneja Buber, no se quede sólo en el mundo de las ideas. En Zaytoun veremos que el primer problema es no conocer los problemas sociales y nominales del otro, puesto que para Fahed la vida de palestino es el estar marginado, encerrado y en constante destrucción; en contraste, la visión de Yoni sobre el palestino es un concepto de ser invasor, terrorista y oportunista. Fahed tendrá, en un inicio, el concepto del israelí como personas terribles, ocupadores de su patria y enemigos públicos por excelencia. A lo largo del filme veremos que esta relación disfuncional tiene una meta en común: regresar a su tierra y vivir en ella con la mayor dignidad. Esta es la relación que Buber marcaría como la primera esfera en donde los sujetos no tienen el mismo nivel entre sujeto y objeto.
Poco a poco, la relación sube a la segunda esfera, donde por fin se conciben como personas y no como un “yo-ello”. Es a partir de aquí que, en el filme de Rilkis, el acto del diálogo se vuelve más natural entre Fahed y Yoni. Ambos ya tienen algo en común, además de ir al mismo destino, son humanos y muchos de sus prejuicios son en realidad falsos. En la tercera esfera buberiana, nos encontramos ante un nivel de comunicación inteligible. Y es en este caso cuando los personajes llegan a una relación que no sólo está ante una finalidad, sino que se miran como hermanos por muy lejanos que parezcan sus pueblos. Ante tales eventos, la historia es emotiva, pues nos muestra que el concepto de utopía que manejaba Buber no es del todo irrealizable. Estamos ante un concepto de utopía que puede moverse y que. por ende, puede ser constante en el cambio de ideas del otro, de ese “yo-ello” al que estamos acostumbrados desde siempre, pues “El ser humano se torna Yo en el Tú. En fin, con toda la seriedad de la verdad, escucha esto: sin el Ello no puede vivir el ser humano. Pero quien vive solamente con el Ello no es ser humano” (Buber, Yo y tú).
Bibliografía
Buber, Martin. Yo y tú. Ediciones Nueva Visión. Argentina. 1987.
————– Caminos de utopía. FCE. México. 2010.
————— ¿Qué es el hombre?. FCE. México. 2012.