por Tim Burton
traducción de Sebastián Urbina
Traducción inédita del poema “The Nightmare Before Christmas”, escrito por Tim Burton, en el que unos años después se inspiraría para crear la famosa película de animación con el mismo nombre.
La Pesadilla Antes De Navidad (1982)
Era una tarde de otoño en la tierra de Halloween
y el aire todo lo helaba.
A la luz de la luna, un esqueleto
se sentó solo en la cima de la montaña.
Él era alto y delgado, con un murciélago de corbata,
Jack Skellington era su nombre,
estaba cansado y aburrido en la tierra de Halloween,
donde todo era siempre lo mismo,
“Estoy harto de asustar, del terror y del miedo,
estoy harto de ser algo que haga ruidos en la noche,
estoy aburrido de acechar con mi horrible mirada
y mis pies duelen de bailar esos bailes de esqueleto,
no me gustan ya las tumbas y necesito algo nuevo,
debe haber algo más en la vida que asustar y gritar “Boo!”
Entonces desde una tumba, con giros y piruetas,
llegó una neblina sollozante y en pena.
Era un pequeño fantasma de perro con un pequeño y vago ladrido
y una nariz que alumbraba en la oscuridad.
Era el perro de Jack, Zero, el que fue su mejor amigo,
pero Jack no se dio cuenta, lo que puso triste a Zero.
Toda la noche y hasta el día siguiente,
Jack deambuló y caminó
con semblante deprimente
Entonces, en lo profundo del bosque, justo antes de anochecer,
Jack tuvo una vista excelente, no lo podía creer:
A no más de unos 6 metros de donde estaba parado
había tres grandes portones en la madera tallados,
ante ellas se paró completamente asombrado,
su mirada se posó en una puerta en especial.
Embelesado y agitado, con un poco de preocupación
Jack abrió la puerta hacia un blanco y fuerte ventisco,
Jack no lo sabía, ¡pero ahora se encontraba
en un lugar llamado Ciudad de la Navidad!
Inmerso en la luz, Jack ya no tenía miedo
y al fin había encontrado la emoción que buscaba,
y para que sus amigos no pensaran que mentía
tomó las medias con regalos que en la chimenea colgaban,
tomó dulces y juguetes apilados en los estantes
y una foto de Santa con todos sus ayudantes.
Tomó luces, ornamentos y la estrella del árbol,
y del letrero de la Ciudad de la Navidad, tomó la gran letra N.
Recogió todo lo que centellara y brillara,
hasta tomó un puñado de nieve,
recogió todo y sin que nadie lo viera
se llevó todo de vuelta a la tierra de Halloween.
De vuelta en Halloween, un grupo de sus colegas
miraba con asombro los recuerdos de Navidad.
No se hallaban preparados para unas visiones tales,
La mayoría estaba excitada, !y unos pocos asustados!
Durante los días siguientes, con relámpagos y truenos,
Jack se sentó solo y divagaba con obsesión,
“¿Por qué ellos difunden la risa y la alegría
mientras nosotros acechamos los cementerios, esparciendo el pánico y el miedo?
Bueno, ¡yo puedo ser Santa, y puedo dar alegría!
¿Cómo lo hace año tras año y todo en un solo día?”
Indignado por la injusticia, Jack pensó, pensó y pensó,
entonces tuvo una idea: “Sí… sí… ¡¿y por qué no?!”
En la ciudad de la navidad, Santa preparaba algunos juguetes
cuando desde la entrada se oyó un leve ruido,
él respondió a la puerta y para su sorpresa
estaban unas pequeñas criaturas en disfraces,
eran todos feos y algo pequeños
y abrieron sus bolsas gritando “dulce o travesura!”
Después un confuso Santa fue metido dentro de un saco
y llegó a la tierra de Halloween para encontrarse con Jack.
En Halloween todos se reunieron de nuevo,
ya que nunca habían visto a Santa,
y mientras inspeccionaban al viejo de pinta extraña
Jack le contaba su plan maestro
“Mi querido Sr. Claus, ¡pienso que es un crimen
que tú hayas sido Santa todo este tiempo!
Pero ahora yo daré los regalos y esparciré alegría,
¡vamos a cambiar de lugares, yo seré Santa este año!
¡Seré yo quien te diga “Feliz navidad” a ti,
y mientras estés en mi ataúd, rechina las puertas y grita “BOO!”
Y por favor, Sr. Claus, no piense usted mal de mí,
que yo seré el mejor Santa que posiblemente pueda”.
Y aunque las intenciones de Jack y sus amigos eran hacer un buen trabajo,
su idea de la navidad era aún algo macabra,
ya estaba todo listo en la víspera de navidad
cuando Jack dirigía sus renos al elegante ataúd-trineo.
Pero en la víspera de navidad, a punto de comenzar,
Una niebla de Halloween los envolvió.
Jack dijo, “No podemos irnos, esta niebla es muy espesa,
así no habrá navidad y no podré ser san Nicolás”.
Entonces una luz brillante apareció entre la niebla.
¿Que podría ser? ¡Era Zero, el perro de Jack!
Jack dijo, “Zero, con tu nariz tan brillante
¿podrías mi trineo guiar?”
Y ser de tanta ayuda era el gran sueño de Zero,
así que con gusto voló a la cabeza del equipo
y el trineo esquelético comenzó su vuelo fantasmal.
Jack carcajeaba, “¡Feliz navidad a todos,
Y feliz noche buena!”
Esa fue la pesadilla antes de navidad y en cada rincón
nada estuvo tranquilo, ni siquiera un ratón.
¡Las medias colgadas en la chimenea con cuidado
que al abrir en la mañana te hubieran asustado!
Los niños, acurrucados y cómodos en sus camas,
tendrían pesadillas con monstruos y calacas.
La luna brillaba sobre la nieve recién caída,
sobre la ciudad se arrojaba una pesadilla,
y la risa de santa Claus ahora sonaba a gruñidos
y las campanas tintineantes ahora eran espeluznantes
y frente a los ojos de todos estaba un ataúd-trineo
guiado por renos-esqueleto
y el chofer huesudo, tan feo y enfermo.
Supieron en ese momento, ¡ese no puede ser san Nicolás!
De casa en casa con gran deleite,
Jack felizmente metía los juguetes, los presentes,
de techo a techo él saltó en la penumbra
¡dejando regalos que parecían de ultratumba!
Sin darse cuenta que el mundo estaba en pánico y miedo,
Jack felizmente esparció lo que para él era alegría.
Visitó la casa de
Susie y Dave,
que recibieron gomitas y dulces
de una sepultura.
Después, en la casa de
la pequeña Jane Neeman
él dejó una muñequita
poseída por Satán.
Un tren monstruoso con tentáculos por rieles.
Una muñeca fantasma empuñando un gran hacha.
Una planta come-hombres
disfrazada de corona.
Un osito de peluche chupasangre
con los dientes afilados.
Hubo gritos de terror, pero Jack no los oía,
estaba demasiado absorto en la navidad que traía.
Jack finalmente miró abajo y con horror
pudo ver las luces, los ruidos, la conmoción.
“Están celebrando, se ve eso muy divertido,
me estarán agradeciendo el trabajo acometido”.
Pero aquello que creyó eran fuegos artificiales enviados con alegría
eran balas y misiles para terminar su vida.
Entonces, en medio del fuego de la artillería,
Jack urgía a su perro Zero, quien subía y subía,
y volaron lejos como los pétalos del cardo
hasta que fueron alcanzados por un misil hacia ellos guiado
y tan pronto cayeron en el cementerio, ya fuera de vista,
se escuchaba, “feliz navidad a todos, y feliz noche buena”.
Jack se encaramó a una larga cruz de piedra
y desde ahí repaso su increíble pérdida.
“Yo creí que podría ser Santa, yo sí que lo creía…”
Jack estaba confundido, esto sí que lo aflijía,
Fijo su vista en el cielo, sin saber dónde mirar,
se abalanzó sobre la tumba donde comenzó a llorar
Y estando Zero y Jack desplomados en la tumba
de pronto escucharon un sonido familiar.
“Mi querido Jack”, dijo Santa, “Yo aplaudo tu noble intento,
sé que no era tu intención provocar ese tormento,
así que ahora estas triste y sintiéndote deprimido
pero tomarte la navidad no fue lo correcto.
Espero que aprendas que tu lugar es el Halloween;
hay mucho más, Jack, que me gustaría contarte
pero ahora debo apurarme, pues ya es casi navidad”.
Él saltó a su trineo, y con un guiño
dijo “Feliz Navidad!”, y se despidió.
Jack estaba triste y de vuelta en casa, pero luego, ¡no parecía verdad!
¡Santa había traído hasta Halloween la alegre fiesta de navidad!
Fin
Sebastian Urbina (1995) es estudiante de Traducción. Desde Chile intenta hacer lo que puede por la traducción literaria, trabajando en su mayoría textos inéditos o poco conocidos porque siente que se lo debe a la cultura pop que tanto lo entretuvo de niño.