Por Adrián Feijóo
Oficina estándar: ficheros, mesa verde, dos sillas suecas de aspecto incómodo, ficus, escena de caza al óleo, papeles. Una secretaria escribe ávidamente, como al dictado de algún diablillo invisible y productivo. Levanta la cabeza y pega un sonoro grito con tono autoritario.
—¡El siguiente! ¡284, su turno, pase!
Se abre la puerta. Como el narrador jura y perjura de que no tiene términos en su vocabulario para describir lo que entró en la habitación, diremos solamente que algo se arrastró con dificultad, ¿sentándose? en la silla reservada a los visitantes.
—¿Nombre?
—Yzzzssk Dajjjuk Hnymukkkktse.
(Pasan unos segundos).
—¿No tiene un nombre más, ya sabe, pronunciable para seres con laringes?
—Llámeme Yzk, si lo prefiere.
—De acuerdo, Yzk. ¿De dónde es usted?
—Soy de Hosnian Prime, a cinco clics de la Nebulosa del Centauro.
—¿Posee visado de trabajo o de estudios?
—De trabajo.
—¿Qué titulación posee?
—Estudié Económicas en Montreal, y un pequeño curso online de Nutrición. También hice un máster en la Extinción Masiva Gort.
—Extinción… ¿Bort?
—Gort.
—Ajá (Ruido de pluma escribiendo. Respiración nerviosa).
—¿Y por qué le interesa el puesto de invasor de la Tierra?
—Bueno, creo que tengo aptitudes para el puesto. Estoy motivado, sé trabajar en equipo, y tengo experiencia del Gran Genocidio Luggnagg.
(Más sonido de escritura. Más respiraciones nerviosas).
—¿Posee idiomas?
—Poseo nivel medio de huttés, klingon y alemán.
—Ya veo. ¿Vehículo propio?
—Una flota de diez mil naves de mercenarios Hyssk.
—¿Autónomos?
—La fórmula jurídico-laboral que emplean haría explotar los neocórtex humanos con solo nombrarla. Pero supongo que sí.
—¿Posee conocimientos titulados de mecanografía?
—No tengo brazos.
—Ah.
(Silencio un par de segundos. El aspirante traga ¿saliva?, nervioso).
—Defínase en tres virtudes y tres defectos.
—Bueno, suelo ser meticuloso, atento en los detalles, ya sabe. Quiero que las cosas salgan bien a toda cosa, pero creo que al mismo tiempo eso me distancia de mis empleados, y acabo arrancándoles las piernas a varios de un descuido. Tengo bastante pronto, no la voy a engañar, me frustro con mucha rapidez, y estoy convencido de que si no consigo este empleo voy a lanzar su espina dorsal al (Rectifica, con voz nerviosa). ¡Por Dios bendito, discúlpeme! ¿Lo ve? No pienso hacerle nada, de verdad, es que me dejo llevar muy rápido por mis emociones, y…
—Limítese a tres virtudes y tres defectos, por favor.
—(Suspira) Mecachis… bueno, por un lado diré que soy minucioso, exigente, y eficiente. Por el otro, que me frustro con facilidad, me cuesta conectar con el grupo a nivel emocional, y mi actitud impulsiva.
(Interminables minutos de carraspeos y hojas pasando, tras los cuales la secretaria sonríe).
—Bien, creo que usted tiene las aptitudes necesarias para el puesto. El departamento de Recursos No Humanos lleva meses buscando un invasor con vehículo propio. ¿Cuándo puede empezar?
—¡Ahora mismo!
(Devora a la secretaria. Fin).