Nada puede malir sal: Invisibles. Reflexiones sobre la corrección de estilo
Mi primer trabajo como correctora de estilo culminó con el llanto de una tía y una cena familiar desastrosa. La parienta en cuestión debía entregar un primer borrador de lo que sería un libro sobre cuidados paliativos en pacientes con diabetes mellitus, y decidió que mi aún inacabada carrera en letras compensaba mi completa ignorancia …