Apetitos indecibles
por Sof La cena está servida y no es suya. Hace varias horas que no escucha la voz de su abuela quejándose de algo en la cocina; en cambio escucha sus susurros, sus rezos, su voz en la habitación de al lado. Escucha también el agua; quizás es el lavabo, quizás es la bañera, quizás …
Breviario de animales fantásticos [selección]
por Ulises Granados El monte Cano siempre fue un niño ensimismado y cabizbajo. Se pueden contar con una mano las ocasiones en que salió a jugar con nosotros. No pateaba el bote, ni se escondía. Jamás quiso atrapar un balón, ni correr al touchdown. Ni policía ni ladrón, permanecía sentado sobre la banqueta mirándose los …
El oráculo
por Ester Blanco Mientras me caía una gota de sudor por la frente, mi madre me pasó el tapado de piel para entrar al museo. Hacía tiempo que estábamos esperando para hacer nuestra consulta. Para mí, la espera siempre encerraba un placer más grande que el momento de cruzar el umbral, por lo que con …
La tranquilidad de pensar mientras se observa el fuego
por Lucila Gamboa Los incrédulos decían que se trataba de un perro grande o de un oso. Eso tranquilizaba a los simples como usted, que intentan matar la verdad con un poco de lógica. Los demás, los sensatos, sabíamos que la explicación del perro o del oso servía para los tambos de basura volcados y …
Dientes de leche
por Maura Fuentes Las pesadillas iniciaron poco después de haber conocido a Sandra. De no haber estado tan enamorado, probable y prudentemente hubiera hecho de todo para alejarse de ella. La primera vez que la vio fue en el consultorio de su papá. Alta y delgada, pero voluptuosa en los lugares indicados, entró y se …
En el fondo
por Belem Medina Nunca me desagradaron los gatos, desde pequeño he estado en compañía de ellos. Me gusta verlos a los ojos porque en ellos reflejan su temperamento. El maullido es el único acto de inferioridad que demuestran, ya que, en él, comunican al humano su necesidad. Viví un tiempo en compañía de cinco gatas. …
Perder el miedo
por Manuel Mörbius Salgo a caminar para estirar las piernas y despejar la mente. La noche en el pueblo me recibe con gatos erizados e incesantes ladridos de perros. Camino entre el chirriar de los grillos y la nostalgia por el sonido neurótico de la ciudad. Hacía muchos años que no caminaba por las calles …