Anónimo Tenía catorce años la primera vez que escribí un cuento. Debo confesar que comencé mal. Mi cuento, que me arrepiento de no haber guardado, trataba sobre una niña que era abandonada en la puerta de unos vecinos (en mi cabeza era una casa estadounidense típica: de madera, blanca, acogedora y limpia) y descubría, pasados …