Calaverita literaria sobre Julio Verne
La huesuda de viaje está,
pero no va a sacar sustos,
en un globo majestuoso,
dará la vuelta al mundo.
Por aire hasta África,
en vapor para China,
un submarino a Atlántida
y en elefante para la India.
¿A quién busca tan desesperada?
¿Quién se le está escapando?
A Julio Verne regresará al panteón
de donde Ox lo había sacado.
El mundo está de luto,
les anuncio aventureros:
que el pobre Verne
¡Ya es un saco de huesos!
Navegando va la muerte,
por una Isla misteriosa
y pone una ofrenda
de pan, libros y rosas.
Antes de irse toma una botella,
con un aviso la tira al mar:
¡Cuidado a los héroes,
Siguen Nemo, Fergusson y Sand!
Ya con esto se va,
su trabajo ha terminado,
cinco semanas en barco y globo,
cazando a Julio el desdichado.
—Casandra Gutiérrez Sánchez
Calaverita literaria a Sor Juana Inés de la Cruz
Sor Juana, con pluma en mano y luz de velas,
Escribía glosas, liras y décimas,
Cuando la Muerte, barroca y castiza,
Entró a la celda de la monja jerónima:
“Vengo a llevaros, mi ilustre poetisa,
A mi oscuro reino en la lejanía.
Tomad mi mano, partiremos sin prisa,
Quiero poseer vuestra sabiduría.”
Y Sor Juana, en nada agrandándole
La propuesta del esqueleto elegante,
No sin ingenio osó preguntarle:
“¿Por qué, señora, he de ser la elegida
Mas no el gallardo Carlos de Sigüenza?”
Y respondió la Muerte sin mucho pensarlo:
“A vos yo confieso sin menor vergüenza
Los versos de aquel no son de mi agrado.”
La monja sin querer dejar su morada
A la Muerte suplicó desesperada:
“No debéis llevarme, dama descarnada
Que inacabado está el Primero Sueño.”
La Muerte a la poetisa replicó enojada:
“Juana, vano y necio es vuestro empeño
De querer alejaros de mi osamenta.”
Sor Juana esquivar a la Muerte quiso
Y por eso no sin temblar le dijo:
“He de retar vuestro talento, señora mía
Y vos habéis de retar el mío:
Aquella que escriba los mejores versos,
Quedará dispensada de la muerte,
Y por juez a Dios mismo pongamos.
Decidme, señora, ¿teméis perder acaso?”
Muerte le respondió, colérica y fiera:
“No soy ingenua, mujer lisonjera,
A vuestra poesía nunca podré ganarle.
Y por intento de burla y engaño,
Contra vuestra voluntad iréis conmigo.”
Y la Décima Musa a regañadientes
Terminó por seguir a su amiga la Muerte.
—Daniela Morales
R.I.P.IOS
Los héroes más memorables,
los cerebros más preclaros
son como una gran familia
feliz en el camposanto.
Los suicidas y las brujas
no tienen sitio en su mesa
y, asesino consumado,
tampoco tiene el poeta.
El escritor que se muere
tiene los ojos cansados
el estómago aburrido
y acalambradas las manos.
No teme que le molesten
amigos ni familiares:
ya saben que está sin blanca
y ya no hay deudas que pagarles.
A veces un personaje
viene a hacerle a algún reproche;
él responde: no te quejes,
a ti no te pilló un coche.
Le impresiona más bien poco
lo que ve en el espejo:
aunque ahora está consumido
en vida estuvo en los huesos.
En decúbito supino
sobre su lecho de raso:
si se duerme en los laureles
nadie podrá despertarlo.
Antes le quitaba el sueño
ser de la Musa olvidado.
Ahora descansa tranquilo:
de la crítica está a salvo.
Ahora sólo las raíces
escuchan sus versos malos;
le revisan las erratas
sus amigos los gusanos.
Con la frente despejada
y el corazón ventilado,
de República post mortem
ningún Platón podrá echarlo.
El poeta que se muere
ya no sueña con la gloria:
sólo sueña con tener
un poquito de colonia.
—Eva Ortíz Aguado
Escritores y maestros
¡Ya se oyen los claros clarines! −Ruben Darío recitaba−
mientras las calaveras del mariachi a tocar se apresuraban
porque la fiesta de escritores y maestros
en la FALCOM armonizaban.
La tarde estaba apagada, todo listo pa´ empezar,
los invitados de honor comenzaron a llegar,
los personajes de libros los fueron a acompañar.
Cortázar con sus conejos, sus cronopios y sus famas,
Azuela con don Demetrio y su carrillera con balas,
la doctora Ada armonizaba hablando de la Revolución,
la doctora Gloria contenta con la teoría de la interpretación.
¡No faltaba más!, llegó Borges y su ficticio
explicando la alteridad venía el maestro Marquitos,
dejando estudiar lo estético y también su valor artístico.
Bolaño y sus detectives, sus real visceralistas,
la maestra Nellie a su lado robándole a todos la vista
Pacheco con sus batallas, sin olvidar los estridentistas.
Abelina Landín a los de Boom entrevistaba
mientras los que tocaban violín ¡salud! a todos gritaban.
Rogelio Guedea un son huasteco con el mariachi cantaba,
para afinar la garganta un tequila se tomaba.
Transcurrieron las horas hasta que algo pasó,
El representante de editores muertos les llegó,
recitando fe de erratas que desmayos provocó,
porque no los invitaron al tremendo pachangón.
Desde entonces le pusieron candado a nuestros salones
para evitar interrupción por parte de publicaciones
Porque si un buen libro arruinan también las celebraciones,
¡No se ofendan!
Y que sigan cantando la de mujeres y traiciones.
—Fátima Vanessa Carrillo Mendoza
Not knock knockin’ on heaven’s door.
Hoy la Muerte desespera,
se le frustra la guadaña,
por no hallar la mano araña,
ni la agónica ronquera
de Dylan y desengaña
su misión de calavera.
Busca un alma cancionera,
por tren, barco, carretera;
por lago, río y montaña;
en el bosque y la cabaña;
En el altar y la hoguera.
Le ha buscado por España,
Nueva York y -no me extraña-
Ahora en Estocolmo espera.
“¡Pero qué imposible hazaña!
¡No se presentó siquiera!”
Llorando la pendenciera
abandona su campaña,
y a la Vida dice huraña:
“Hasta pronto, compañera”.
Epílogo:
Va pensando deshauciada:
“¿Será su alma una canción?”
(un barco vuela a la nada.
suena: Like a Rolling Stone).
—Fernando Sotres de la Torre
Para reír en la oscuridad
La muerte cazó a Vladimir
con una red, cual mariposa
pero hay una cosa curiosa
La flaca quiere aprender a escribir
Le propuso así un trato
-si el arte con sus señas
de la escritura, tú me enseñas
yo te libero de inmediato-
Nabokov preguntó
a la catrina ¿por qué él?
¿Por qué era el destino tan cruel?
y la parca le respondió:
-Leí tu novela, “Lolita”
y creo que eres un pervertido
pero hay algo en mí, retorcido
que me incita a quererla, la maldita-
Le dijo que tenía
un juego de palabras
tan mustias y macabras
que por aprender, qué no haría…
Los dos hicieron amistad
en el taller de creación literaria
pues es una relación necesaria
si quieres reír en la oscuridad…
—Leonardo Martell
Camus y la muerte
Un día se encuentra de frente
Albert Camus a la parca
Ella lo invita a su barca
él se muestra indiferente
Tiene un aspecto terrible
la huesuda en su vestido
que cualquiera habría corrido
pero Camus, impasible
Ella le habla del abismo
le explica lo que le espera
el dolor que ahí se viviera
pero a él le da lo mismo
Con ese deseo tan ávido
de asustar al pobre diablo
cambia voz y hasta vocablo
pero Albert está impávido
La flaca se queda absorta
al mirar esa apatía
espantarlo ella querría
pero a él nada le importa
Sin haberlo, pues, matado
lo abandona, derrotada
No sabe la muerte a nada
si no tiembla el sentenciado
-¡Ya verá ese hijo de puta! –
y le manda un telegrama…
-Me llevé a tu madre-, exclama
pero Camus, ni se inmuta.
—Leonel Castillo Carlock
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