por Rodrigo Mora
Sin cambios
Aquel tipo se presentó como un lugarteniente aquí en Paniutla. Dijo que nada iba a cambiar, que no se metían con nadie, que los dejáramos chambear, que le prestara ese predio porque, al fin y al cabo, no lo utilizaba, que le prestara a mi hijo, que a fin de cuentas andaba desocupado, que le prestara a mi hija porque ya estaba en edad y él me devolvía el predio, que en medio de esa tierra apretada estaba mi hijo, que nos fuéramos a esconder a Ribámbaro porque allá en Paniutla nada iba a cambiar.
Números y letras
Nací en la Gineco 4 de San Ángel, crecí en calle 8 número 13, después crecí más en la 223 diurna, me cambiaron a la 42 vespertina para que entrara a la estatal 5, mi número de cuenta era 31222844-6, papá enfermó y murió en la clínica número 67, no había qué comer y me moví a trabajar al norte, me reclutó el Z-21 y subí escalones repletos de huesos y sangre hasta ser el M-30; íbamos por el jefe de los contras en el Club-77, pero llegó una troca con placas de Veracruz MXU-1221 y empezaron a disparar. Después silencio. Mis restos medio descansan en una caja marcada con estos signos: Z32/DMP121A-7; siguen investigando de quién son. Mamá ¿tú te acuerdas de mi nombre?
Seis partes
Pero lo obligaron dejar rastros por toda la carretera de Silao, como si su pecado tuviera distribución. Yo no seguía un camino de migajas sino de restos: su pierna derecha en el kilómetro 34, la izquierda hasta el 41; un brazo tatuado con el nombre de su hija, el otro, el torso lleno de llagas en el pecho, su cabeza. Sólo me faltó su rostro, no sé dónde le dejaron la piel, ni tampoco supe el kilómetro donde dejé las palabras que le diría a su hija.
Desapariciones
Le rogué que no fuera para allá, que tenía un mal presentimiento, le dije, pero tenía que cubrir la nota. Entonces desapareció. Y le rogué al procurador en la conferencia de prensa, me le puse de rodillas, en serio. Entonces también lo desaparecieron. Y le rogué a la tierra que me lo floreciera, que al menos me lo exhumara. Tuve miedo de que la tierra también desapareciera y que no tuviera a quién rogarle. Te voy a colgar… creo que me vienen siguiendo.
En línea
Se subió. Recto y en línea; eran quince minutos de camino. Después nada. Ya no estaba en línea, ni en camino.
Han pasado cuatro años.
Rodrigo Mora. Fantasma de tiempo completo. Ha colaborado en revistas literarias como Rojo Siena, La rabia del axolotl, Primera Página y reseñas en Cultura Colectiva. Actualmente, tiene una columna en la revista Palabrerías y es parte de En la Web: antología de relato web en español. Dice que su color favorito es el rojo.
Arte: Käthe Kollwitz, Mujer con niño muerto