Por Santiago Lezama Aquella noche fue alucinante. Durante la tarde, Arturo y yo quemábamos a un costado de la facultad cuando la Vero se acercó para invitarnos a una fiesta. Quizá no la conozcan, pero mujeres como la Vero hay por todos lados. Blanca, de maquillaje, alta, con una melena enmarañada que apenas llega a …