Por Alberto Puebla.
De música
Jaló el gatillo. De lo hondo del arma sonó el Réquiem de Mozart y me di por muerto.
De masoquismo
Le ofrecieron el perdón; prefirió la cruz.
Un traje viejo
Por decreto real se ordena que todo aquel que dude de la divinidad del Emperador será ejecutado; que todo aquel que cuestione la inteligencia del Emperador será ejecutado; que todo aquel que afirme haber visto el cadáver del Emperador será ejecutado; que todo aquel que asegure que el Emperador nunca ha existido será ejecutado. Un traje majestuoso, de limpia y luminosa transparencia, será colgado en la plaza mayor, expuesto a la mirada del pueblo, como prueba final de la excelencia de nuestro amadísimo Emperador y como última palabra en la disputa contra nuestros detractores. Se ordena a los habitantes ser testigos de la verdad. Todo aquel que no pueda ver el traje será ejecutado.
Declaración
— No puedo existir si no me miras — le dijo.
Ella alejó la mirada y el espejo quedó a oscuras.
Un mito
Ofuscada por las intrigas familiares, Psique decidió conocer el rostro de su amado. Al lado de lo que creía su cuerpo encendió la lámpara. La luz le hizo ver que ahí no había nadie.
Me dice
Me dice: “No me dejes, escúchame. No me dejes, no me puedes dejar, no debes dejarme. Simplemente no puedes. Piensa en todo. Piénsalo de nuevo. Recuerda lo que somos, lo que hemos vivido. Aún puedo darte más. Piensa en el ansia. Piénsalo de nuevo. La asfixia te va a apretar sin mí. No puedes dejarme. ¿Qué hay de la euforia? ¿Qué hay del aire sedado del amor? Tan sólo piénsalo, no vas a encontrar a nadie más como yo. Soy irrepetible, ¿lo entiendes?, única carne para ti. Recuerda toda tu furia condensada, la posterior tranquilidad. No puedes dejarme en este vértigo. No puedes dejarme como si fuera un instrumento desechable. Piénsalo bien, que esto va a ser doloroso. Más para ti que para mí. Yo ya seré otra cosa cuando me dejes. Mas no puedes dejarme. No puedes. No puedes”. Pero yo ya no quiero escuchar su charla y tiro su cabeza al basurero para que no me hable más.
Cuento de hadas
Nadie la había rescatado. Ella tampoco había salvado a nadie de su soledad. No se había aniquilado al dragón, exonerándolo de su espera y librándolo de su perpetuo odio. La espada había aguardado limpia en su funda, lentamente oxidándose, haciéndose obsoleta como las monarquías, los hechizos y los monstruos. El cráneo de la princesa se había desmoronado. El cráneo del príncipe se había desmoronado. El cráneo del dragón se había desmoronado. De su polvo nadie dijo nada.
Final
Imagina ahora que al autor se mata.
Dibujo por Israel Lopez. Conoce más de su trabajo en Instagram.