Black Panther: un segundo aire para Marvel


Desde que se anunció Black Panther, las expectativas que se tienen de la película han sido altas, no sólo por las connotaciones políticas de integrar temas raciales al universo cinematográfico de Marvel, sino también por el aprecio que le tenemos al personaje su pequeño grupo de fans.

El protagonista de la historia es T’Challa (papel de Chadwick Boseman), el más reciente Black Panther y heredero al trono de Wakanda, una nación en el corazón de África que cuenta con la tecnología más avanzada, gracias a un mineral de propiedades extraordinarias, llamado vibranium. Dicho recurso natural permite crear maquinaria milagrosa, pero también es la razón por la que este país ha permanecido cerrado al resto del mundo, el temor a conflictos bélicos con el fin de obtener el preciado metal.

Aún más interesantes son los personajes femeninos que apoyan a T’Challa: la espía Nakia (Lupita Nyong’o); la general del ejército wakandiano, Okoye (Dana Gurira); y Shuri, la princesa y mejor científica del reino, interpretada por Letitia Wright, quien se roba la película con su carisma. Mientras que en el bando opuesto está Erik “Killmonger” Stevens (Michael B. Jordan), quizá, el mejor villano Marvel hasta ahora. Killomonger es un wakandiano exiliado a Estados Unidos, cuyo objetivo es regresar a su país para conquistar el reino secreto y el título de Black Panther.

Lo mejor de la película es su trama, de la cual no se puede hablar más sin spoilear; bastará con decir que es intensa y con una profundidad política a la que no nos tenía acostumbrados el universo Marvel. Otro acierto es la banda sonora conformada por temas de la autoría de Ludwig Göransson y por canciones hip hop seleccionadas por Kendrick Lamar; la música cumple su papel de darle una identidad bien definida a una más de las cintas del saturado género de superhéroes.

Pese a lo anterior, la película tiene un defecto nada menor, es acartonada en varios aspectos. Principalmente, Wakanda nunca convence como un pedazo del mundo real, por el contrario, se ve como un gran efecto especial en un set hollywoodense; aunado a esto, el hermoso vestuario de influencia africana, diseñado por Ruth E. Carter, peca por su limpieza; los wakandianos, pese a estar en contacto con el polvo y el agua, siempre se ven impecables, tal como en una pastorela. Estos detalles perjudican la verosimilitud de la película y mitigan el arraigo con la ficción.

Por otro lado, la calidad de las escenas de acción es dispar: son algo aburridas al principio, sólo hasta el tercer acto se conjuntan todos los elementos de este grandioso mundo de ciencia ficción para un final explosivo que amerita el pago en taquilla.

Con Black Panther, Disney tiene un subuniverso con el potencial de convertirse en el nuevo Star Wars (muy a tiempo, ahora que están echando a perder la obra de George Lucas). La dirección de Ryan Coogler falla en algunos pocos aspectos, sin embargo, el estupendo reparto saca adelante una película que no sólo es políticamente relevante sino bastante entretenida.

 

Ya vi Black Panther, ¿ahora qué?

A diferencia de Batman o X-Men, no es tan fácil encontrar buenos cómics con la historia de T’Challa; sin embargo, yo recomiendo ampliamente cualquier Black Panther de la autoría de Christopher Priest, en particular, la primera treintena de números no tiene desperdicio. Por su tono cínico y su narrativa fragmentaria, la saga de Priest es una de las mejores que he tenido la oportunidad de leer. Además de que la película retoma varios elementos de estos tomos.

Actualmente se puede encontrar en puestos de revista una parte de este material en ediciones traducidas al español.

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