Calaveritas literarias – Noviembre 2016


Calaverita literaria sobre Julio Verne

 

La huesuda de viaje está,

pero no va a sacar sustos,

en un globo majestuoso,

dará la vuelta al mundo.

Por aire hasta África,

en vapor para China,

un submarino a Atlántida

y en elefante para la India.

¿A quién busca tan desesperada?

¿Quién se le está escapando?

A Julio Verne regresará al panteón

de donde Ox lo había sacado.

El mundo está de luto,

les anuncio aventureros:

que el pobre Verne

¡Ya es un saco de huesos!

Navegando va la muerte,

por una Isla misteriosa

y pone una ofrenda

de pan, libros y rosas.

Antes de irse toma una botella,

con un aviso la tira al mar:

¡Cuidado a los héroes,

Siguen Nemo, Fergusson y Sand!

Ya con esto se va,

su trabajo ha terminado,

cinco semanas en barco y globo,

cazando a Julio el desdichado.

 

—Casandra Gutiérrez Sánchez

 

Calaverita literaria a Sor Juana Inés de la Cruz

 

Sor Juana, con pluma en mano y luz de velas,

Escribía glosas, liras y décimas,

Cuando la Muerte, barroca y castiza,

Entró a la celda de la monja jerónima:

“Vengo a llevaros, mi ilustre poetisa,

A mi oscuro reino en la lejanía.

Tomad mi mano, partiremos sin prisa,

Quiero poseer vuestra sabiduría.”

Y Sor Juana, en nada agrandándole

La propuesta del esqueleto elegante,

No sin ingenio osó preguntarle:

“¿Por qué, señora, he de ser la elegida

Mas no el gallardo Carlos de Sigüenza?”

Y respondió la Muerte sin mucho pensarlo:

“A vos yo confieso sin menor vergüenza

Los versos de aquel no son de mi agrado.”

La monja sin querer dejar su morada

A la Muerte suplicó desesperada:

“No debéis llevarme, dama descarnada

Que inacabado está el Primero Sueño.”

La Muerte a la poetisa replicó enojada:

“Juana, vano y necio es vuestro empeño

De querer alejaros de mi osamenta.”

Sor Juana esquivar a la Muerte quiso

Y por eso no sin temblar le dijo:

“He de retar vuestro talento, señora mía

Y vos habéis de retar el mío:

Aquella que escriba los mejores versos,

Quedará dispensada de la muerte,

Y por juez a Dios mismo pongamos.

Decidme, señora, ¿teméis perder acaso?”

Muerte le respondió, colérica y fiera:

“No soy ingenua, mujer lisonjera,

A vuestra poesía nunca podré ganarle.

Y por intento de burla y engaño,

Contra vuestra voluntad iréis conmigo.”

Y la Décima Musa a regañadientes

Terminó por seguir a su amiga la Muerte.

 

—Daniela Morales

 

R.I.P.IOS

 

Los héroes más memorables,

los cerebros más preclaros

son como una gran familia

feliz en el camposanto.

 

Los suicidas y las brujas

no tienen sitio en su mesa

y, asesino consumado,

tampoco tiene el poeta.

 

El escritor que se muere

tiene los ojos cansados

el estómago aburrido

y acalambradas las manos.

 

No teme que le molesten

amigos ni familiares:

ya saben que está sin blanca

y ya no hay deudas que pagarles.

 

A veces un personaje

viene a hacerle a algún reproche;

él responde: no te quejes,

a ti no te pilló un coche.      

 

Le impresiona más bien poco

lo que ve en el espejo:

aunque ahora está consumido

en vida estuvo en los huesos.

 

En decúbito supino

sobre su lecho de raso:

si se duerme en los laureles

nadie podrá despertarlo.

 

Antes le quitaba el sueño

ser de la Musa olvidado.

Ahora descansa tranquilo:

de la crítica está a salvo.

 

Ahora sólo las raíces

escuchan sus versos malos;

le revisan las erratas

sus amigos los gusanos.

 

Con la frente despejada

y el corazón ventilado,

de República post mortem

ningún Platón podrá echarlo.

 

El poeta que se muere

ya no sueña con la gloria:

sólo sueña con tener

un poquito de colonia.

 

—Eva Ortíz Aguado

 

Escritores y maestros

 

¡Ya se oyen los claros clarines! −Ruben Darío recitaba−

mientras las calaveras del mariachi a tocar se apresuraban

porque la fiesta de escritores y maestros

en la FALCOM armonizaban.

 

La tarde estaba apagada, todo listo pa´ empezar,

los invitados de honor comenzaron a llegar,

los personajes de libros los fueron a acompañar.

 

Cortázar con sus conejos, sus cronopios y sus famas,

Azuela con don Demetrio y su carrillera con balas,

la doctora Ada armonizaba hablando de la Revolución,

la doctora Gloria contenta con la teoría de la interpretación.

 

¡No faltaba más!, llegó Borges y su ficticio

explicando la alteridad venía el maestro Marquitos,

dejando estudiar lo estético y también su valor artístico.

 

Bolaño y sus detectives, sus real visceralistas,

la maestra Nellie a su lado robándole a todos la vista

Pacheco con sus batallas, sin olvidar los estridentistas.

 

Abelina Landín a los de Boom entrevistaba

mientras los que tocaban violín ¡salud! a todos gritaban.

Rogelio Guedea un son huasteco con el mariachi cantaba,

para afinar la garganta un tequila se tomaba.

 

Transcurrieron las horas hasta que algo pasó,

El representante de editores muertos les llegó,

recitando fe de erratas que desmayos provocó,

porque no los invitaron al tremendo pachangón.

 

Desde entonces le pusieron candado a nuestros salones

para evitar interrupción por parte de publicaciones

Porque si un buen libro arruinan también las celebraciones,

¡No se ofendan!

Y que sigan cantando la de mujeres y traiciones.

 

—Fátima Vanessa Carrillo Mendoza

 

Not knock knockin’ on heaven’s door.

 

Hoy la Muerte desespera,

se le frustra la guadaña,

por no hallar la mano araña,

ni la agónica ronquera

de Dylan y desengaña

su misión de calavera.

Busca un alma cancionera,

por tren, barco, carretera;

por lago, río y montaña;

en el bosque y la cabaña;

En el altar y la hoguera.

Le ha buscado por España,

Nueva York y -no me extraña-

Ahora en Estocolmo espera.

“¡Pero qué imposible hazaña!

¡No se presentó siquiera!”

Llorando la pendenciera

abandona su campaña,

y a la Vida dice huraña:

“Hasta pronto, compañera”.

 

Epílogo:

Va pensando deshauciada:

“¿Será su alma una canción?”

(un barco vuela a la nada.

suena: Like a Rolling Stone).

 

—Fernando Sotres de la Torre

 

Para reír en la oscuridad

 

La muerte cazó a Vladimir

con una red, cual mariposa

pero hay una cosa curiosa

La flaca quiere aprender a escribir

 

Le propuso así un trato

-si el arte con sus señas

de la escritura, tú me enseñas

yo te libero de inmediato-

 

Nabokov preguntó

a la catrina ¿por qué él?

¿Por qué era el destino tan cruel?

y la parca le respondió:

 

-Leí tu novela, “Lolita”

y creo que eres un pervertido

pero hay algo en mí, retorcido

que me incita a quererla, la maldita-

 

Le dijo que tenía

un juego de palabras

tan mustias y macabras

que por aprender, qué no haría…

 

Los dos hicieron amistad

en el taller de creación literaria

pues es una relación necesaria

si quieres reír en la oscuridad…

 

—Leonardo Martell

 

Camus y la muerte

 

Un día se encuentra de frente

Albert Camus a la parca

Ella lo invita a su barca

él se muestra indiferente

 

Tiene un aspecto terrible

la huesuda en su vestido

que cualquiera habría corrido

pero Camus, impasible

 

Ella le habla del abismo

le explica lo que le espera

el dolor que ahí se viviera

pero a él le da lo mismo

 

Con ese deseo tan ávido

de asustar al pobre diablo

cambia voz y hasta vocablo

pero Albert está impávido

 

La flaca se queda absorta

al mirar esa apatía

espantarlo ella querría

pero a él nada le importa

 

Sin haberlo, pues, matado

lo abandona, derrotada

No sabe la muerte a nada

si no tiembla el sentenciado

 

-¡Ya verá ese hijo de puta! –

y le manda un telegrama…

-Me llevé a tu madre-, exclama

pero Camus, ni se inmuta.

 

—Leonel Castillo Carlock

 

¡Gracias por participar en nuestra convocatoria!

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