por Andrés Mejía
Algo estaba pasando por la cabeza de Derek el día que su paracaídas no abrió y cayó al vacío sintiendo la brisa en todo su cuerpo. Pasó de repente una caída en su bicicleta cuando aún era un nene y vivía en el barrio sur junto a sus amigos de escuela. Llevaba los mismos cortos azules que le había regalado su madre en el cumpleaños. La bicicleta era roja y pinchó cuando intentaba ganarle la carrera a Coyote Amarillo, el nene más veloz del barrio sur. Pinchó justo cuando todos pensaban que lo lograría. Coyote Amarillo lo vio caer y rio como ríen todos los niños, sin ninguna intención de maldad, sólo rio porque sabía que seguiría siendo el más veloz de su barrio. Todos vieron como cayó sobre la tierra y las matas secas que separaban la calle, Derek se levantó enseguida mientras limpiaba sus rodillas raspadas y la cara sucia de polvo y sudor. Su mejor amigo, el pequeño Jony, le ayudó a levantar su bicicleta mientras le decía lo poco que le faltó para vencer a Coyote Amarillo, nadie le había hecho eso antes a Coyote Amarillo, Derek, corres como loco. Fue una piedra Jony, la sentí y caí. La pequeña Libélula también te vio caer y rio, creo que todos reímos en un principio. La pequeña Libélula reía por todo y Derek sabía como provocarla, le gustaba ese juego de hacerla enojar y luego reír, enojar y luego reír hasta no saber donde se cruzaba la línea y terminar discutiendo. Siempre juntos con sus bicicletas roja y lila, dando vueltas por las mismas calles de los mismos barrios, siempre llegando hasta el limite de la canaleta seca: una calle toda de piedra. Vivían a pocas casas y estudiaban en la misma escuela, Derek tenía escrito el nombre de pequeña Libélula en su bicicleta en colores blancos y verdes y un corazón en la letra i. Le gustaba mirar los ojos opacos de pequeña Libélula, como un animalito medio dormido que no encuentra acomodo por el frio. Pequeña Libélula siempre iba de primero en su bicicleta y Derek la seguía subiendo y bajando aceras, salían después del almuerzo y rodaban hasta que se reunían con todos. Derek era veloz, pero Coyote Amarillo lo era aún más y esa tarde él sabía que lo lograría y pequeña Libélula lo había visto con sus ojos de animal sin dormir, todos sabían que lo lograría y así fueron las dos primeras vueltas. Derek tomó ventaja desde el principio. Pequeña Libélula lo esperaba en la meta junto con todos los demás, en sus bicicletas lilas, amarillas, negras, rojas, metálicas, con flecos y calcomanías en forma de llamas y nombres en mayúsculas y minúsculas. Vieron a Coyote Amarillo pasar primero. Lo encontraron con la cara sucia y la llanta pinchada. Fue una piedra Jony, repitió Derek. La pequeña Libélula se sentó junto a él y le ayudó a limpiar sus rodillas raspadas con su falda y su saliva, así como le ayudó a arreglarse el paracaídas el día que saltaron desde un avión para celebrar su aniversario. La pequeña Libélula lo vio caer suspendida en el aire con sus alas artificiales. Derek siguió cayendo.
Soy Andrés Mejía, he llevado una carrera a totazos con la escritura desde hace 10 años, lo cual me ha llevado a publicar en algunos portales web y estoy próximo a graduarme en Licenciatura de español y literatura en la ciudad de Barranquilla, Colombia.