(Des)trozos de algunos instantes


por Angélica Disa


Desgarradura

Y es cierto.
Algo se desgarró aquella tarde,
como una rasgadura transgresora
sobre una tela suave
que suspira al romperse;
como esas en la piel, casi imperceptibles
–a veces sorpresivas–
que empiezan a arder hondo y de repente,
así nos ardió después, al separarnos,
en una piel mutua pero irreconciliable.

Fuimos las dos, pienso,
en mutuo acuerdo, cómplices,
porque lo hicimos con el filo tangible
y no nos importó lo suficiente;
algo fue más fuerte:
el deseo de palpar el deseo
el querer que ya no quiso el querer,
⸻sino el hacer⸻
y tus ojos se descorrieron del sueño
y tu tacto se descorrió también.

No tuviste miedo,
o por lo menos
me convenciste de eso,
por eso le di permiso al mío
de desaparecer.

Era sentirnos como por vez primera
y tu pecho se deshizo contra el mío,
desfallecido, convaleciente, sofocado
bajo todos tus interminables abrazos,
que, por supuesto, tenían que terminar,
indiferentes a cuanto los queríamos.

Tenías el adiós empapado en los labios,
por eso me costó tanto besarlos,
tenías la renuncia en el rubor de tus mejillas,
ése que debías despintar al llegar a casa,
y unas manos tiernas, pero ávidas, salvajes,
que estrechaban con la urgencia de quien va a soltarse.

Y lo sabía. Y lo sabía tan bien
que cuando te fuiste
no tuve el valor de culparte;
contigo era ganar perdiéndote,
la unión sin líos –que rechacé–
o un liarse que nos iba a romper
si tú jalabas rumbo a casa eternamente,
y yo sabía que no podía ser tu vaivén.

Y sí, quererte era esa pérdida,
partir el mundo en dos sin un adiós
pero a placer, sin arrepentimientos,
fue querer la desgarradura a consciencia
y preferir ese trozo-todo de un instante
al resguardo en el todo-lo-demás.


Oral

Y saber al mundo
‏‏‎ ‎‏‏‎ ‎‏‏‎ ‎‏‏‎ ‎‏‏‎ ‎‏‏‎ ‎‏‏‎ ‎‏‏‎ ‎‏‏‎ ‎‏‏‎ ‎‏‏‎ ‎‏‏‎ ‎‏‏‎ ‎‏‏‎ ‎‏‏‎ ‎‏‏‎ ‎en su sabor;
hacer de sí un desliz,
darse a un dar,
consagrarse toda
hacía una ofrenda:

alcanzar la matriz del mundo
desde la propia lengua.


Nombrar

Y recorría ‎‏‏‎ ‎‏‏‎ ‎‏‏‎ ‎‏‏‎ desesperada
‎‏‏‎ ‎‏‏‎ ‎‏‏‎ ‎‏‏‎ ‎‏‏‎ ‎‏‏‎ ‎‏‏‎ ‎‏‏‎ ‎‏‏‎ ‎‏‏‎ ‎‏‏‎ ‎‏‏‎ ‎‏‏‎ ‎‏‏‎ ‎‏‏‎ ‎‏‏‎ otras palabras.
Buscando,
‎‏‏‎ ‎‏‏‎ ‎‏‏‎ ‎‏‏‎ ‎‏‏‎ ‎‏‏‎ ‎‏‏‎ ‎‏‏‎ buscando quién lo dijera,
un canto
‎‏‏‎ ‎‏‏‎ ‎‏‏‎ ‎‏‏‎ ‎‏‏‎ ‎‏‏‎ ‎‏‏‎ ‎‏‏‎ frustrado a la medida,
o el gesto exacto de ella
‎‏‏‎ ‎‏‏‎ ‎‏‏‎ ‎‏‏‎ ‎‏‏‎ ‎‏‏‎ ‎‏‏‎ ‎‏‏‎ en su paulatina despedida,
un poema ‎‏‏‎ ‎‏‏‎ ‎‏‏‎ ‎‏‏‎ hecho de cuerpo
que mancillara
‎‏‏‎ ‎‏‏‎ ‎‏‏‎ ‎‏‏‎ ‎‏‏‎ ‎‏‏‎ ‎‏‏‎ ‎‏‏‎ idénticas heridas
‎‏‏‎ ‎‏‏‎ ‎‏‏‎ ‎‏‏‎ ‎‏‏‎ ‎‏‏‎ ‎‏‏‎ ‎‏‏‎ ‎‏‏‎ ‎‏‏‎ ‎‏‏‎ ‎‏‏‎ a las mías
y no tanto un arder
‎‏‏‎ ‎‏‏‎ ‎‏‏‎ ‎‏‏‎ ‎‏‏‎ ‎‏‏‎ ‎‏‏‎ ‎‏‏‎ ‎‏‏‎ ‎‏‏‎ ‎‏‏‎ ‎‏‏‎ sino mi ardor,
tan propio
‎‏‏‎ ‎‏‏‎ ‎‏‏‎ ‎‏‏‎ ‎‏‏‎ ‎‏‏‎ ‎‏‏‎ ‎‏‏‎ ‎‏‏‎ ‎‏‏‎ ‎‏‏‎ ‎‏‏‎ y tan lleno de manías.

Quería,
‎‏‏‎ ‎‏‏‎ ‎‏‏‎ ‎‏‏‎ ‎‏‏‎ ‎‏‏‎ ‎‏‏‎ ‎‏‏‎ quería revelación,
que versos me supieran
‎‏‏‎ ‎‏‏‎ ‎‏‏‎ ‎‏‏‎ ‎‏‏‎ ‎‏‏‎ ‎‏‏‎ ‎‏‏‎ ‎‏‏‎ ‎‏‏‎ ‎‏‏‎ ‎‏‏‎ como hechos con mi carne,
que me hablaran de tú
como un yo ‎‏‏‎ ‎‏‏‎ ‎‏‏‎ ‎‏‏‎ –no mío– en otra parte,
pero no había más espacios
‎‏‏‎ ‎‏‏‎ ‎‏‏‎ ‎‏‏‎ ‎‏‏‎ ‎‏‏‎ ‎‏‏‎ ‎‏‏‎ ‎‏‏‎ ‎‏‏‎ ‎‏‏‎ ‎‏‏‎ de revelaciones.

Quería ‎‏‏‎ ‎‏‏‎ ‎‏‏‎ ‎‏‏‎ tan sólo
que esas otras palabras
‎‏‏‎ ‎‏‏‎ ‎‏‏‎ ‎‏‏‎ ‎‏‏‎ ‎‏‏‎ ‎‏‏‎ ‎‏‏‎ dijeran de mi parte
‎‏‏‎ ‎‏‏‎ ‎‏‏‎ ‎‏‏‎ ‎‏‏‎ ‎‏‏‎ ‎‏‏‎ ‎‏‏‎ ‎‏‏‎ ‎‏‏‎ ‎‏‏‎ ‎‏‏‎ que era lo que no era,
que admitieran, ‎‏‏‎ ‎‏‏‎ ‎‏‏‎ ‎‏‏‎ allí,
‎‏‏‎ ‎‏‏‎ ‎‏‏‎ ‎‏‏‎ ‎‏‏‎ ‎‏‏‎ ‎‏‏‎ ‎‏‏‎ ‎‏‏‎ ‎‏‏‎ ‎‏‏‎ ‎‏‏‎ donde yo era cobarde
y bautizaran por mí
‎‏‏‎ ‎‏‏‎ ‎‏‏‎ ‎‏‏‎ ‎‏‏‎ ‎‏‏‎ ‎‏‏‎ ‎‏‏‎ aquello ‎‏‏‎ ‎‏‏‎ ‎‏‏‎ ‎‏‏‎ a lo que no me atrevía
‎‏‏‎ ‎‏‏‎ ‎‏‏‎ ‎‏‏‎ ‎‏‏‎ ‎‏‏‎ ‎‏‏‎ ‎‏‏‎ ‎‏‏‎ ‎‏‏‎ ‎‏‏‎ ‎‏‏‎ ‎‏‏‎ ‎‏‏‎ ‎‏‏‎ ‎‏‏‎ ‎‏‏‎ a poner nombre.
Quería ‎‏‏‎ ‎‏‏‎ ‎‏‏‎ ‎‏‏‎ tan solo
‎‏‏‎ ‎‏‏‎ ‎‏‏‎ ‎‏‏‎ ‎‏‏‎ ‎‏‏‎ ‎‏‏‎ ‎‏‏‎ solamente,
‎‏‏‎ ‎‏‏‎ ‎‏‏‎ ‎‏‏‎ ‎‏‏‎ ‎‏‏‎ ‎‏‏‎ ‎‏‏‎ lo imposible:
Que me salvaran
‎‏‏‎ ‎‏‏‎ ‎‏‏‎ ‎‏‏‎ ‎‏‏‎ ‎‏‏‎ ‎‏‏‎ ‎‏‏‎ ‎‏‏‎de lo terrible de decirme
Que me absolvieran
‎‏‏‎ ‎‏‏‎ ‎‏‏‎ ‎‏‏‎ ‎‏‏‎ ‎‏‏‎ ‎‏‏‎ ‎‏‏‎ ‎‏‏‎de la condena de nombrarme.



Angélica Disa. Nací un 9 de diciembre. Estoy enamorada de las historias (tanto de escucharlas como de compartirlas), eso me llevó estudiar Lengua y Literaturas Hispánicas y a dedicarme a la mediación lectora. Escribo desde muy niña, pero me aterran las convocatorias así que no hay mucho que poner aquí. Mi escritura apenas empieza a salir del closet.

Arte: Anne Ryan


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