por Lucila Gamboa Los incrédulos decían que se trataba de un perro grande o de un oso. Eso tranquilizaba a los simples como usted, que intentan matar la verdad con un poco de lógica. Los demás, los sensatos, sabíamos que la explicación del perro o del oso servía para los tambos de basura volcados y …

por Maura Fuentes Las pesadillas iniciaron poco después de haber conocido a Sandra. De no haber estado tan enamorado, probable y prudentemente hubiera hecho de todo para alejarse de ella. La primera vez que la vio fue en el consultorio de su papá. Alta y delgada, pero voluptuosa en los lugares indicados, entró y se …

por José David Castilla Parra Para pasar décimo grado me tocó comerme a la profesora de música. Su voz chirriaba, se vestía mal y su cuerpo me era tan distante como su forma de ser. Nunca nos cruzamos palabra hasta el día en que estuvimos los dos encerrados en el salón de música y descubrí …

por Angélica Disa Desgarradura Y es cierto.Algo se desgarró aquella tarde,como una rasgadura transgresorasobre una tela suaveque suspira al romperse;como esas en la piel, casi imperceptibles–a veces sorpresivas–que empiezan a arder hondo y de repente,así nos ardió después, al separarnos,en una piel mutua pero irreconciliable. Fuimos las dos, pienso,en mutuo acuerdo, cómplices,porque lo hicimos con …

por Sobralia Sangrante Julieta, Sandra y la Diabla Amo amarte. Amo amar a esas versiones de ti que se quedan atrapadas en mis historias. Te amo a través de ellas. Amo sus cabellos, iguales a los tuyos.Sus orejas, pequeñas como las tuyas.Sus cuerpos, delgados y pequeños como el tuyo. Las amo, te amo. “Tomó las …

por Iván R. Meza Oscar metió la cosa a la que llamaban casete en la máquina. Nos quedamos expectantes mientras Luis se mantenía junto a la puerta con la mano izquierda sujetando el pomo. No se le podía echar llave, por lo que se tenía que mantener ahí cuidando de que nadie entrara. Alguien como …

por Guillermo Muñoz Hernández   Esa tarde no quería llegar a mi casa, todo estaba solitario y frío, aunque deje prendida la tele la soledad no abandona mi casa, la botella de Jack me espera sola en medio de la mesa del comedor y la maldita computadora, pálida hija de puta, me recuerda que debo …

por J. M. Vacah   Los Hutt son tacaños hasta en el orgasmo. Tan jodidamente marros, ocultan su placer con una grave codicia: enfurecen, babean como perros rabiosos, un instinto de venganza los incita al asesinato.   Poseen dos órganos sexuales: su cerebro y su ano. El primero es bastante activo y el segundo es …

por Daniel Alejandro Martínez   Entrega el dinero a la señorita y muestra su identificación oficial. Su cara febril y lechosa lo obliga. Nico tiene sólo 19 años, pero ya está acostumbrado a este ritual de confirmar su mayoría de edad y obtener el permiso. Observando la fotografía de un niño aún con marcas de …

por Sol Girón   En el pueblo existe la idea de que cuando alguien fallece, por ninguna razón hay que ver al muertito a los ojos. Dicen que el cuerpo, al perder su alma, se vuelve muy sensible a recibir cualquier tipo de energía: desde el frío y el calor, hasta el alma de la …