Después de dos fracasos, X-Men Orígenes: Wolverine (2009) y Wolverine Inmortal (2013), los estudios Fox lograron con Logan una película a la altura del mutante más popular. Trama, tono, acción y la mayoría de las actuaciones están al servicio de una obra única, no sólo por su calidad sino por su atmósfera oscura y desoladora.
Tiempo atrás una tragedia acabó con los X-Men, de aquel acontecimiento sólo sobrevivieron el Profesor X y Wolverine o Logan, los cuales ya en el año 2029 viven en la clandestinidad cerca de la frontera entre México y Estados Unidos. Un día una mujer localiza a Logan y le encarga el cuidado de una niña llamada Laura, buscada por un grupo de matones. Ambos mutantes, deteriorados por las batallas y la edad, enfrentan el mayor reto de sus vidas: proteger a la infante de un grupo de matones que la persiguen y llevarla hasta Canadá, donde conseguirán asilo. Ahora ya no cuentan con los recursos de antaño, como una mansión/castillo, o un jet con motor explosivo, o los sofisticados trajes negros de superhéroes. Ahí quizá radica la mayor fortaleza de la película dirigida y escrita por James Mangold (Walk the Line, Wolverine Inmortal): no parece tanto una película de superhéroes (aunque sí lo es), sino un wéstern. Logan es un hombre que ha dejado la violencia, pero que necesita de nuevo recurrir a ésta para lograr su redención. La película de Mangold tiene una trama centrada en los personajes y sus conflictos internos; se aleja de la tentación de las historias apocalípticas que por su monumentalidad pierden la dimensión humana.
Hace 17, cuando se estrenó X-Men (2000) e inició el auge de las películas de superhéroes, Hugh Jackman era alto, delgado y de rasgos joviales; difícilmente podía considerársele como el actor más idóneo para interpretar a Wolverine (personaje de los cómics musculoso, maduro y de baja estatura), sin embargo hay que reconocer que con los años y sobre todo ahora en Logan, Jackman por su actuación se convirtió en la versión de carne y hueso del mutante, del mismo modo en que es indiscutible que Christhoper Reeve fue el Superman definitivo y Robert Downey Jr. es la viva imagen de Iron Man.
También son sobresalientes los trabajos de los demás actores protagonistas: Patrick Stewart, como un Profesor X que alterna entre momentos de demencia y lucidez, y la debutante Dafne Keen en el papel de Laura, entrañable personaje que lo mismo se roba escenas de acción que de humor.
El guión si bien tiene un par de momentos inverosímiles, en general es atinado; además del excelente manejo de sus personajes, en un segundo plano se hace una crítica a un sistema político-económico que prioriza la acumulación de recursos en pocas manos y el libre comercio de mercancías por encima de las vidas de las personas. Pero quizá la más provocativa idea planteada por Mangold es pensar el cómic de superhéroes como un mapa alternativo a un mundo menos peor.
Por último celebro la banda sonora a cargo de Marco Beltrami, que, a pesar de ser relativamente discreta, simboliza el sentido de urgencia y la visceralidad de Wolverine. Y es que la película es sumamente violenta, desde los días de Robocop (1987) y Depredador (1987) no se veía un film de acción tan sanguinario.
Logan tiene todos los elementos para convertirse en un clásico instantáneo del cine de superhéroes. Una trama que refleja preocupaciones contemporáneas, centrada en sus personajes, interpretados por un reparto inmejorable. Finalmente se le hace justicia a uno de los personajes favoritos del público lector de cómics.