El fútbol es como ajedrez, pero sin dados -Lukas Podolski   1 Si te contara… A mí me decían “Estrella”, ¿sabes? Yo corría rapidísimo y jugaba por la banda derecha. El Tito, en cuanto recibía el balón y veía el espacio vacío, me gritaba “¡Estrella!” y pateaba hacia el hueco. Yo corría como demonio hacia …

A los seis años decidí que iba a apoyar al Necaxa con todas mis fuerzas porque mi papá era electricista y nosotros dos, juntos, casi solos contra el mundo, dependientes de una única abuela que fungía como madre para ambos, éramos como Don Ramón y la Chilindrina. Puede que esa haya sido la decisión más …

por Jorge Meneses   Mi madre atropelló a un gato. Ella tenía seis años cuando eso ocurrió. Iba en su triciclo, una llantita se zafó, y le pasó encima a un gato café que cruzaba la calle. —Maté a un tigre —le dijo a su madre. —Te vas a ir a la cárcel, niña. —No, …

por Esteban Reynoso Carlos   “El novio y el esposo son dos personas distintas”, dijo mamá, en lugar de felicitarme, cuando le informé que me iba a casar. “No importa cómo te llevabas con él antes, en cuanto te cases te va a tratar diferente. Todos los hombres quieren cortarse en cordón umbilical con sus …

por Polet Andrade   Nena, no hagas caso de esta esquina punzante que rasguña el espejo. Ya habrá tiempo para acostumbrarnos al polvo o tragarnos las cenizas de cada mundo que termina. Lo sé, la piel muerta es una frase mágica que nos estira la sonrisa de extremo a extremo: “Buenas tardes” Mamacita es una …

por Neftalí S. Almanza La memoria del corazón elimina los malos recuerdos y magnifica los buenos, y gracias a este artificio logramos sobrellevar el pasado. —Gabriel García Márquez   Era la figurilla de un niño cubierto de ropa invernal de los pies a la cabeza. Tenía unos botines para nieve, grandes y cafés, un pantalón …

por Oliver Muciño   Los ladridos de los perros se desataron por la madrugada, lo despertaron y fueron el presagio. Había muerto su hermano en la cama junto a la suya, durante la mañana aún oscura, de manera inusual, de cansancio, su corazón se había detenido, supo que era el corazón y no el cerebro, …

por Ivette Pradel   No hay palabra más triste que la de yaya. Me veía desde el panteón de mirada en el que se habían convertido sus ojos. Las sombras de un secreto que no podía recordar la perseguían los últimos meses. Mi viejita balbuceaba desesperada para decirme que no la dejara sola. Yo no …