Tierra fértil


por Julia Bonilla

 

Escribo para recordar cuánto vives en mi memoria.

Y he necesitado de un par de textos para apretar mis puños y negarte dos veces.

Perdono, porque las noches solitarias me enseñaron a hacerlo

lloro, porque ante el silencio no hay ruido más extraño que tu nombre

te compadezco, porque compartimos la desdicha.

Y busco en el deseo nocturno la buena idea y las pastillas para el cansancio.

Las bebo mientras pienso en el destino,

en el tiempo,

en la ira,

en la amistad,

en el hambre,

en la sensación de no ser, y ser tú…

Imágenes llegan

El sí,

las fotografías,

el anillo,

las flores,

las sonrisas

y el anhelo incesante por darte un abrazo y                                                                          felicitarte.

Y los edificios van cubriendo tu sombra,

Y los departamentos callan tu voz

Vives

y juegas a ser mujer

a ser destino y salida

a sonreír por las mañanas y escuchar el sustantivo señora.

Y caes en cuenta que esto valió la pena:

no sabía de tu pasado

de tus inquietudes

de tu beso a mujer

de tu calzado precoz

Piensas que vuelves a nacer

cuando te penetra,

cuando abre la puerta de su hogar

para decirte esposa

[pero detienes el tiempo y las palabras en tus recuerdos]

Y justificas,

en un corto acto,

la necesidad de dar respuestas a tu pasado…

Y yo, al otro lado, te nombro

el grito sin eco

Yerma, eres un destino sin salida

Un camino sin orilla

Un río sin fin

Mis alas me llevan a otros caminos,

A un viaje en el que plantaré mi semilla

me guían a Tierra fértil.

Y, sin embargo, has detenido el tiempo.

 

 

Julia Bonilla tiene la fortuna de haber nacido en el Distrito Federal y decir que, actualmente, vive en la Ciudad de México (aún sin salir del mismo estado, pero de ebriedad). Lee más de lo que escribe y corrige más de lo que lee.

Fotografía de Danila Perevoshchikov.

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