Este año, quizá más que ningún otro, se exhibirán varias películas interesantes basadas en cómics, como Escuadrón Suicida y Capitán América 3: Guerra Civil. No sería oportunista de mi parte pasar por alto ese hecho, así que utilizaré esta columna para reseñar dichos filmes.
Al igual que Harley Quinn, Deadpool es uno de los personajes más populares de reciente creación surgidos de los cómics. De ahí que la versión cinematográfica del mercenario rojinegro fuera esperada casi con ansias por el público juvenil. En términos generales, la película es muy disfrutable. El primer acto te engancha con una excelente secuencia de acción, mucho humor autodegradante, el origen de Deadpool como una especie de Capitán América posmoderno y hasta una subtrama feminista. Es desafortunado que el tercer acto incumpla las promesas de irreverencia hechas anteriormente con una historia predecible por trillada.
La película de Tim Miller en la superficie aparenta una insolencia descarriada; sin embargo, al detalle, es un trabajo meticulosamente construido con elementos que le han funcionado de manera satisfactoria a entregas previas del género de superhéroes. El humor étnico del personaje de Luis en Ant-Man (2015) vuelve ahora con el taxista hindú Dopinder. Además, no se puede pasar por alto que el gusto de Deadpool por la música de Wham! es un eco de la Awesome Mix Vol. 1 de Star Lord en Guardianes de la Galaxia (2014). Por último, la demostración irónica de la violencia a detalle que ya habíamos visto en Kick-Ass (2010), una sátira más interesante, vuelve en el filme estelarizado por Ryan Reynolds.
Por otro lado, no hay duda de que Reynolds nació para interpretar el papel de Deadpool, un antihéroe simpático, enmascarado la mayor parte del tiempo y que nunca se le debe tomar en serio resulta el personaje ideal para ser interpretado por el actor, quien cumple las expectativas más por carisma que por habilidades histriónicas. Él fue uno de los principales impulsores a lo largo de más de diez años para que esta película se llevara a cabo, pese a que ya tuvo dos fracasadas incursiones en el género de superhéroes (dichos papeles son referenciados con mucho ingenio durante Deadpool). El resto de los personajes del cómic, como Al y Weasel, están presentes con muy buenas interpretaciones. Quizá el villano Francis (Ed Skrein) es el único personaje gris; tan poco memorable que uno se queda con la idea de que en algún momento aparecerá un antagonista más impactante.
Con constantes rupturas de la cuarta pared, apariciones de otros superhéroes que logran un contraste cómico y el ya clásico balance entre acción y humor no queda duda de que Deadpool es una película que se toma muy a pecho su vocación de película palomera que, sin tener nada memorable, hace que pasemos una tarde amena.
Idealmente las siguientes entregas de esta columna serán más cercanas a la fecha en que salgan las películas, aunque como siempre, no prometo nada. La próxima vez hablaremos sobre el plato fuerte de este año: Batman vs Superman.