por Felix Kristia
Noble señor.
Devo confesar my sorpresa agerca della falta de gratitud que pueda thener magnífico señor de vuestra categoría. Semanas atrás, a los VI días del mes de septiembre enbié vn presente a vuestra persona. Encontrará en dicho enbío vna prueba de que ha sido posible y exitosa la conquista de los numerosos pueblos con no gran cantidad de hombres a my disposición en comparación a las grandes cantidades de infieles que habitan estos poblados. Con esto tanbién se demuestra que el miedo que poseían varios hombres es injustificado, Dios syenpre ha estado de nuestro lado. Las tribus salvajes tienen motivaciones propias de los animales al yntentar sujetar sus primitivas armas para hazerle frente a los soldados del Señor, e a los mismos no quedó de otra que demostrarles la ira del Señor. Me he enterado que [su persona] ha thenido algunas dificultades con las tierras de Nueva Castilla. Que no quede en secreto ny en malas lenguas, yo avía prevenido al capitán Cortés, vuestra ilustrísima persona posee grandes virtudes propias de vn marquesado, pero os haze falta coraje al igual que hombres confiables a vuestro alrededor. Pero el poco respeto demostrado en no responder a vn obsequio es algo que no uviera podido adelantar. Os ruego a los cielos que vuestra persona se encuentre bastante atareada con las misiones de purificación de tierras y que por esta rrazón la idea de agarrar pluma e papel aya sido desplazada a vna actividad poco relevante con excepción por supuesto de los ynformes para nuestra sacra magestad. My persona estava decidida en ayudar a la causa de Birú pero el magnífico señor Almagro me ha persuadido de abstenerme a ello. Estoy en espera a que nuestra magestad me conceda extender los lymites de my governagión ansí como espero que my regalo aya sido de vuestro agrado; no creo que [éste] os cause muchas molestias, después de tanto gritar ha perdido las ganas de volverlo hazer. Pocas cossas son más horrendas que el llanto de los infieles.
En cibdad Goathemala a XXVII días del mes de Octubre de 1534. De P. d. A.
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Muy magnífico señor:
Rrecibí vuestra carta y me asombra el exceso de confianza con la que se dirige a my persona, viniendo de vn portador de vn cargo subordinado vuestra osadía pone frágil el puesto en el que se encuentra. Aludiendo a ello, permítame felicitarle por vuestro nombramiento de capitán de las cortas tierras del Centro. Efectivamente emos puesto cada parte de nuestro ser en la tarea de bendecir esta tierra manchada por el Diablo, sin embargo ha de saber que la cortesía propia de vn señor della presente clase no permite cabida alguna para la ingratitud. Vuestra carta a la que respondo es lo único que nos ha llegado de las tierras del norte deste haze ya varios meses, por lo que he de decir que no thengo idea del obsequio al que se refiere. He de mostrarme algo confundido con la prueba della que habla, refiriéndome al asunto de las tribus infieles. Por acá no an mostrado preocupaciones mayores a pesar de que los territorios bajo my mandato son muchos más extensos que las de vuestra merged. Lo que más lleva tiempo es concentrar a todas aquellas personas que se an dispersado e huido hacia las montañas, pero no es algo que nos preocupe pues sus líderes son nuestros cautivos. Reitero my asombro con vuestra manera de dirigyrse a my persona, esta vez aludiendo al tema del coraje. Deste el primer día en esta tierra avía demostrado a mys hombres que la inmortalidad aguardaba al otro lado della línea que marqué en la arena, asegurándome que vinieran conmigo solo los virtuosos e valientes; todos aquellos desertores cobardes ya devieron aver regresado a las tierras del norte donde seguramente se an unido a las huestes de vuestra persona. Me he enterado de vuestra visita a Quito ansí como de vuestras violentas acciones contra yndios ya rendidos, temas que serán discutidos con nuestra magestad. No ha faltado ny vn solo día en questos salvajes infieles no ayan sentido la superioridad divina de nuestro Señor por lo que no hemos fallado en carencia de compasión hacia todos los adoradores de Satanás, pero el derramamiento de sangre de indefensos no devería enorgulleceros. Devo agregar, no son muchos los infieles que comprenden nuestra magnífica lengua pero puedo asegurar que aquí todos reconocen my nombre, inclusive en señal de respeto me nombraron su Apu. Syenpre nos aproximamos a los poblados con la guía de Dios todo poderoso, nunca requerimos cobardes tácticas de hazernos pasar por dioses falsos que regresan según profecías de los infieles tan sólo para ser invitados dentro de sus hogares y matar deste la oscuridad della noche. En cuestiones ansí se diferencian los caualleros de los ratones. En las sombras no se identifican a los hombres.
Deste pueblo de Pachacama, a XIX días de Diciembre de 1534 años. De F. P.
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Pequeña mía, estás lejos de casa. Fuiste transportada como simple mercancía. Tu cuerpo fue marcado como regalo, dirigido hacia algún otro conquistador del otro lado de las montañas; un incentivo para enaltecer la usurpación y la blasfemia, como si fueras una herramienta de piedra o carne de reproducción.
El habla no ha regresado a ti, aún después de haber pasado ya varias horas de tu liberación. Has de haber gritado mucho. Has de haber sufrido tanta desesperación debido a un destino no revelado, a la incapacidad de comprender por qué has de merecer todo este tomento. Escuché tus rezos, me despertaron, la confusión se alojó en tu mente y el deseo de muerte en tu corazón. No te esfuerces, de todas maneras en estos tiempos parece que hablar ya no es necesario.
Pero te he dado una nueva razón para vivir, porque guardas un secreto especial, ancestral. Cuando los aires del ocaso sean los indicados pronunciarás para mí lo que mi cuerpo actual me impide declarar; y para ello me tienes que ayudar a regresar, al lugar en donde el Sol ascendió por quinta vez. Olvida tu antigua casa, ya no es… La espléndida ciudad que alimentó a tus padres y tus primeros años, la que floreció en medio de las aguas dulces a partir del fruto de gran árbol cuyas raíces ascendían desde Mictlán y cuyas ramas rosaban la bóveda de los 400 hijos resplandecientes, fue incendiada y mutilada. Nos espera nuestro verdadero hogar. Nos espera desde hace milenios. Pero estamos lejos, muy lejos, y yo estoy débil… muy débil. Deambulamos en otras tierras, aquí moran otros regentes que desde hace un tiempo están muriendo.
Este es lugar sagrado. El terreno revela los espacios circulares de piedra en donde emergían los tributos diurnos, pero se lo han llevado todo y ahora sólo queda suelo quemado. Los guardianes de los bosques abundaban en cada rincón, en cada arbusto, en cada piedra; ahora míralos, ¿los logras ver? Se retuercen en dolor y desesperación, chillan y vomitan. Sienten en sus venas el veneno que ha sido arrojado entre las tierras. Si agudizas tus sentidos podrás escuchar sus gritos. Han prolongado su vida porque aún tienen algo que decir, un camino a revelar. Aguardaban por nosotros.
Al fin veo el momento de abandonar los dominios del agonizante Inti, cuyo endeble respiro me encandila y me da náuseas. Oh, dios débil, eclipsado por el panteón conformado por un único ser, aquel cuya figura mortificada pende del pálido cuello de los usurpadores. Su brillo se va apagando poco a poco a medida que el profano continúa su marcha hacia el sur. La gente ya no está creyendo en nosotros; los dioses están muriendo… pero me niego a ceder como tú, sol caído, le escupo a la idea de morir. No seguiré observando cómo el fuego se levanta entre los bosques, o cómo la enfermedad se expande sobre los campos, ni continuaré viendo cómo se llevan pieza a pieza nuestras montañas, y sobre todo, ¡me niego a inclinarme ante ese a quien se atreven a llamar el dios único y verdadero!, ofrecido a imagen y semejanza del español.
¡Oh Gran Jaguar, bendice nuestra travesía! Traicionados hemos sido, por el dios que serpentea en los cielos y por la peste que trajo del mar. Esos, los de los dientes torcidos y la orina infectada; su pálida piel evidencia que nunca tuvieron la bendición de conocer el Sol, por lo que sus almas nunca fueron purificadas por la luz. Se arrastran en etapa de gestación y su reducida perspectiva del universo los hace creerse dioses, intentando pudrir todo a su paso para que el mundo se asemeje más a sus almas. Le huyen al resplandor del Sol. Le huyen al soplar del viento. Le huyen al canto de los árboles. Y ese pavor será su maldición, la que los marcará. Y a sus hijos. Y a los hijos de sus hijos…
¿Has visto? Nuestra presencia los apacigua. Han dejado de retorcerse como gusanos al fuego, añorando ahora dar el último suspiro una vez te hayan comunicado su mensaje. Los cuerpos ya son tumbas; las tumbas siempre son cuerpos que hablan por medio del aire. Vamos niña, acércate a ellos y deja que el pulque reemplace cada gota de sangre en tus venas para que me sea entregada. Las pétreas cabezas felinas caen entre gritos de dicha y agonía. Un nuevo año comienza, y es ese el tiempo con el que disponemos, 260 días. Se han entregado por este primer día señalado bajo la figura del caimán. Y el último, pequeña, será sólo para ti.
¡Vamos, elévate mi niña! ¡Clama en nombre de ellos, en nombre tuyo!, vive para tu misión, para la venganza, que tu odio me mantiene vivo.
El camino se despliega dando inicio la cuenta atrás. Cuando el último día del año de los profanos coincida con el último día de nuestro año, una vez llegada a su fin la peregrinación, el altar podré ocupar. Libre seré…
Y me tragaré al mundo.
(…)
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Noble y magnífico señor F. P.
No buenas noticias me an impulsado a escreviros. He sido avisado de parte de varios de nuestros soldados agerca de anomalías que están ocurriendo en pequeñas localidades que ya avían sido asoladas e cuyos pobladores ya avían sido desplazados y reunidos en los centros de las cibdades estado. El primero de los soldados del que escuché ridículas historias aseguró aver visto jaguares volando en círculo mientras no dejaban de oír ladridos como de perro. Jaguares como espíritus sin duda diabólicos, de color verde e amarillo y de ojos rojos que se esfumaban en vn cielo enrojecido. Las jentes presentes e my persona que escuchábamos el relato no pudimos hazer más que reírnos. Le dijimos [al soldado] que no aceptara bebidas de los yndios. Pero a medida que el infante repetía su historia los yndios apresados en los corrales se echaron a reír. No a reír como nosotros, no por algo que divierte, sino reían como lo hizo nuestra jente cuando vuestra merced mandó a estrangular a los infieles en julio de MDXXXIII. Después de vn par de noches avíamos olvidado lo subcedido hasta que nos llegaron noticias de unos jinetes que thenían la misión de explorar las cercanías orientales del Río Chicamocha y Sogamozo. Los soldados, que cuando los divisaron estavan desplazándose a pie y en mal estado de salud, descrevieron vn acontecimiento extraño. Los cavallos los abandonaron, corrieron y relincharon de manera asquerosa impulsados por vn horror cuya fuente no lograban identificar al principio. Tanbién hablaban de que avían visto estatuas infieles mutiladas a lo largo de muchos kilómetros, lo qual no uviera sido vna sorpresa pues es parte del trabajo de los siervos del Señor destruir todo vestigio de los cultos paganos sobre la tierra. Sin embargo es la manera en que estavan parcialmente destruidas lo que les causó vn estremecimiento jamás antes sentido…
Me detengo a seguir contando este asunto enfocándome agora en situaciones más importantes. Justo en este momento nos están ynformando della llegada de nuevos cavallos, barcos e hombres a las costas. Después de aver echo la evaluación de los mismos proseguirán su camino hacia el sur. Que vuestra merced guarde e prospere las tierras della sacra magestad.
Deste Quito a los IV días de Henero de MDXXXV. A seruicio de vuestra merced, su humilde basallo L. G.
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Muy magnífico señor de Belalcázar:
Avía sido consultado por D. d. A. agerca della llegada de vn objeto de interés enbiado deste la Muy Noble Cibdad de Santiago de los Caualleros, y que a su vez provenía de las cercanías de Chiapas, mas al norte. Desconozco el contenido del enbío o de quién lo manda; [yo] no avía sido ynformado al respecto por lo que deduzco se trata de vn tema personal. Infortunadamente no emos thenido noticias de las comitivas que partieron hacia el sur deste haze más de tres meses. Los últimos enbíos de armas fueron rrecibidos satisfactoriamente al igual que la llegada de los últimos barcos adquiridos de Don P. d. A. Le emos solicitado al regidor Gonzalo escribir al magnífico señor Hernando que ya casi estará de regreso en Nueva Castilla en pos de requerir mejores provisiones de agua e alimentos; algunos grupos de infantes an estado actuando de manera muy extraña devido seguramente a vna intoxicación con el agua o algunas legumbres. Esto parege aver coincidido con el cambio de estación, a los XXI días del último mes, pues algunos de los soldados juraron en nombre della cruz que en dicho día el Sol no se mouía. Emos tomado medidas para evitar futuras intoxicaciones. Os estaré ynformando de inmediato en quanto [yo] thenga más noticias agerca de las comitivas.
Deste las cibdades de los reyes, Cibdad Nombre de Dios. A XII días del mes de Marzo de 1535 años. Su señor A. N.
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Pero aún no digas mi nombre, que no estamos solos…
Nega / neh / tlagatsintle onaqui tonatiuh / iga-itonal ken-itzcuintli / choloa den miquilistli.
Iga Tezcatlilticpoctli amo tlakagui to-teochiua yegua amo ocēlōtl melauak.
¡Acualitiliztli in tequilnezcayotl ihuic nega aquin coyonenemi-ken-coatl pan ilhuigatl!
Felix Kristia, nacido en algún lugar de Hispanoamérica. Ha publicado varios relatos en revistas literarias así como en una que otra antología. Ha colaborado con artículos sobre filosofía, literatura y mujeres de la historia para distintos medios de información.
Ilustración de Francisco Toledo.