Ese día tenía una tristeza no identificada en el alma. El origen de la tristeza lo desconocía, pero de su ubicación estaba segura, porque buscaba salírsele por los ojos que, como todo el mundo sabe, son la ventana del alma. Pero también es sabido que las ventanas son para asomarse, no para salir por ellas. Así que la tristeza se asomaba y se asomaba, pero nunca se salía. Necesitaba una puerta. Como quería sacarla, se puso a buscar la puerta por todo su cuerpo. Primero pensó que podía ser la boca. Quiso escupir la tristeza. No funcionó. Trató de vomitarla. Nada pasó. Creyó que podría salir por las orejas. Uso un hisopo. Nada. Probó entonces a acariciarse. Comenzó suavemente y después aumentó la presión y la velocidad hasta que la tristeza salió de su cuerpo junto con aquel líquido tibio. Descubrió así que el sexo es la puerta del alma. Pero sólo la de salida, porque al rato, quién sabe por dónde, la tristeza se le volvió a meter.
Semblanza
Jazmín Zarco Iturbe (Ciudad de México, 1987). Es egresada de la Licenciatura en Ciencias Genómicas, pasante de la Maestría en Bioética y estudia una segunda carrera en Letras Inglesas, todo en la UNAM. Es colaboradora del sitio de divulgación científica Cienciorama y mantiene el blog Gatito de hojarasca.