por Maura Fuentes Las pesadillas iniciaron poco después de haber conocido a Sandra. De no haber estado tan enamorado, probable y prudentemente hubiera hecho de todo para alejarse de ella. La primera vez que la vio fue en el consultorio de su papá. Alta y delgada, pero voluptuosa en los lugares indicados, entró y se …

por Victoria Beltrán Dame tu grito chamánico, vaquero.Deja embeberme en la sangre de los tendederos,empaparme en los fluidos de los cables eléctricos.Como en tus imágenes, todo está suspendido en la nada.Los cimientos, sólida ilusión,son una máscara suspendida en el vacío.Un vaquero arrea nubes coaguladasen campos de cristal incensado. Mi ombligo no es la cicatriz benditade …

por Alexis Aparicio Dr. Cuco Highsmith[1] El hombre posmoderno está expuesto, de manera permanente, a una multiplicidad de estímulos y actividades; su tiempo de ocio es, las más de las veces, mínimo o inexistente. De suerte que permitirse un desliz, una distracción o un rato de sosiego resulta fatal para su vida productiva. Al problema …

por Francisco Payán Siento que mis pulmones no dan para más. La sensación de estar a punto del colapso me ronda de días para acá. He decidido cientos de veces que abandonaré el cochino vicio, así, sin más, pero siempre fracaso. Quisiera despertar ligero, lejos de esta costra que se ha instalado en mi pecho. …

por Javier García Vargas Cuando el corazón deja de latir, el ser humano debe enfrentarse a la más grande de las contradicciones, pues, paradójicamente, es en ese momento cuando la vida florece dentro del cuerpo. A menos que el difunto sea intervenido ―con meticulosas técnicas de disección―, embalsamado ―como hacían con sus muertos los antiguos …

por Lilian Pérez Mariana estaba boca arriba, desnuda, con Ernesto entre sus piernas, cuando se preguntó si estaba rota o qué diablos le pasaba. Ella y Ernesto llevaban 5 meses de novios cuando ella al fin accedió a que su primera relación sexual fuera con él. Ésta era la tercera vez que lo hacían y …

por Guillermo Muñoz Alfredo era asquerosamente gordo. Su enorme culo no cabía más que en sillas fuertes; prefería no salir, pues casi en ningún lugar había sillas lo suficientemente sólidas para resistir sus 220 kilos de peso, no había automóviles, no había taxi que resistiera su peso, ya no digamos mujeres, siempre había estado solo, …

por Ulises Granados   En toda la extensión de la palabra, de inicio a fin y de norte a sur, desde la salida del sol hasta el anochecer, soy un hombre gordo: Mi existencia utiliza más espacio del que necesitaría de contar con treinta kilos menos y mi desplazamiento por el mundo se vale de …