Mentiras escondidas


David Oliva López[i]

He aquí la segunda mentira: estoy escribiendo un ensayo. Como hace poco me señalaron: literalmente soy puro cuento. Y aquí estoy, sin embargo; yo, David el mentiroso, tratando de hablar de la mentira. Y es que mentir y contar historias es como jugar a las escondidas, sólo que uno no sabe cuándo parar de contar y nunca se termina de encontrar todo lo que se busca; pero siempre se encuentra uno a sí mismo en el proceso—si es que se miente bien—. Tal vez la primera mentira que le digo a todo aquél que llega a conocerme, es mi nombre; es el decir: “Soy David Oliva López”, y pensar que uno es eso, pensar realmente que uno es eso: tres palabras. Y entonces me engaño a mí  mismo también, porque soy más que tres palabras y mucho  menos que una sílaba.

Porque soy todo lo que he escrito, y algunas cosas que he leído; soy todo lo que he escrito, pero no lo he escrito todo, y ahí yace la tercera mentira: el silencio. El callar, el no escribirlo todo, el no escribir todo lo que soy cuando afirmo ser  todo lo que escribo, pero soy también cosas que he borrado y no se borran. Y yo creo que así nació la sangría, ese espacio en blanco después del punto y aparte, cada sangría es una verdad que se borra, un verso blanco, libre o suelto, una cicatriz sobre el papel. Tan imborrable como invisible.

Y aquí estoy, mintiendo sobre la mentira que no entiendo. Pero, ¿realmente estoy aquí? ¿Aquí, dónde? ¿Aquí, sentado frente a la máquina? ¿Aquí, en las teclas? ¿Aquí, en la hoja?

Quizá ahí está la cuarta  mentira, quizá no soy el que cuenta y busca. Quizá soy al que están buscando. Quizá soy el que está escondido y no sabe siquiera por qué.

 

[i] David Oliva López es un tropetista. Es como ser un trompetista pero sin “m” y sin trompeta; de los que se tropiezan hasta con las pestañas.

 

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