Así es como se acaba el mundo;
no en un estallido, sino con un meme.
–T. S. Eliot ft. Pitbull
Todos cargamos con nuestro fin a cuestas. Es más, según algunas celebradas teorías (te estamos viendo, Freud), secretamente deseamos que el final nos llegue. Aquí en la Marabunta no creemos que la cosa llegue tan lejos; todavía somos muy jóvenes y anhelamos vivir muchos años más de risas, amor, pan de muerto y memes de Peña Nieto. Ah, sí, y de editar esta revista, claro…
Sin embargo, es imposible negar la fascinación que lo macabro ejerce sobre nuestras conciencias, y en específico esa máxima expresión de la oscuridad: el apocalipsis, la mano absoluta que promete barrer con todas nuestras cuitas algún día. Pudiera ser que imaginar diferentes visiones del fin libere algo del nihilista que todos llevamos dentro y le permita respirar con la esperanza de que todo, hasta el sufrimiento, termina. Pudiera ser que jugar a darle trazo al declive de nuestra civilización sea un peculiar mecanismo dialéctico mediante el cual tratamos de identificar sus fallas, sus puntos ciegos, e incluso tal vez encontrarles una solución sociopolítica.
O bien pudiera ser que nos diviertan las explosiones y los madrazos.
El caso es que para nuestro octavo número hemos seleccionado a veintitantos de ustedes que de alguna manera u otra han renovado nuestra visión de los jinetes y las plagas de rigor bíblico y le han dado un giro más actual al imaginario del fin de los tiempos, ya sea por medio de la crítica, el sarcasmo, la cursilería sad, la metaficción o el temor nuclear recalentado. Como siempre, les agradecemos a todos por participar, aunque esta convocatoria nos ha dejado claro que algunos de ustedes necesitan un poco de ayuda psicológica o un buen abrazo.
¡Que vivan la Marabunta, las profecías mayas y los árboles radioactivos de Chernobyl!
P.D.- La Marabunta se disculpa por el simulacro de fin del mundo acaecido en los últimos días. En el futuro seremos más precavidos con nuestras campañas de publicidad viral.
P.D. #2- Ya en serio, esperamos que todos estén bien. La Marabunta les manda fuerza y buena vibra (aunque seamos debiluchos y antipáticos).
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