Arkham Asylum: Batman en el manicomio


Arkham Asylum Análisis Cómic Imagen
Marabunta analiza el cómic Arkham Asylum. (Imagen: DC Comics)

Arkham Asylum: A serious house on a serious earth (1989) es probablemente la “novela gráfica” más vendida de la historia. Es una mezcla de collage, pintura, lápiz, psicoanálisis y poesía que cuenta, con cierta cualidad onírica, cómo los pacientes tomaron control del hospital psiquiátrico de Gotham. Por lo que toca a Batman restablecer el orden; pero no será fácil, en el camino el superhéroe se encontrará con sus peores enemigos en su elemento, como si fueran peces en el agua.

Es así como por fin podemos ver cómo opera el sanatorio/purgatorio a donde van a dar los villanos del caballero de la noche. Es una colección de escenas decadentes, delirantes y patéticas. Por ejemplo, para que Two Face trascienda la moneda con la que echa volados para tomar decisiones, le dan 78 cartas de tarot, así esperan que su número opciones aumente y, eventualmente, se cure de su obsesión con las dualidades. Sin embargo el proceso es complejo y tardado, por lo que ni siquiera puede concretar a tiempo si debe ir al baño o no…

Después, por el testimonio de una terapeuta, nos enteramos que el Joker ha sido diagnosticado con supercordura, es por eso que a veces es un bufón, otras un anarquista y otras un asesino psicópata. La experta piensa que sus cambios de personalidad son una forma para adaptarse a la vida de finales del siglo XX.

En contraste con el carácter líquido del Joker, a Batman se le ve rígido, furibundo e inútil ante el caos que reina en Arkham; no soporta sentirse analizado ni verse reflejado en la locura de sus enemigos. En ese sentido, Arkham Asylum puede leerse como una reacción a la tendencia realista y deconstructiva por la que pasaban los superhéroes tras Watchmen de Alan Moore y Dave Gibbons, y Dark Knight Returns de Frank Miller.

Aún más de 30 años después, la gente habla con admiración y asombro de Arkham Asylum. Sin embargo, no todo el mundo celebró este cómic. Para su realización tuvo que pasar por algunas correcciones editoriales. El guionista Grant Morrison quería que el Joker vistiese ropa similar a la que Madonna lucía en sus espectáculos por aquellos días de 1989, pero Warner/DC Comics se lo prohibieron ya que, estaban por estrenar la película Batman de Tim Burton y temían que la gente asociara al actor Jack Nicholson (quien interpretó al payaso príncipe del crimen) con un personaje “homosexual”.

Por otro lado, el ya mencionado Alan Moore, eterno rival de Morrison, calificó a Arkham como un trabajo pretencioso del cual solo rescataba el extraordinario arte de Dave Mckean. Años después el propio Morrison reconoció que no se sentía del todo cómodo con lo que hizo en ese trabajo, que clasificó sardónicamente como art school comic. Sería precisamente en años posteriores que el autor desarrollaría una voz más auténtica que revitalizaría el cómic de superhéroes a principios del siglo XXI con trabajos como New X-Men y Seven Soldiers of Victory.

No obstante lo anterior, Arkham Asylum queda como un celebrado testimonio de los oscuros cómics de superhéroes de los años ochenta y noventa que buscaban, quizá con demasiado empeño, el reconocimiento de esferas artísticas más prestigiosas.

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