Cobra Kai: ¿realmente vale la pena una continuación de Karate Kid?


por Alberto R. León

Aviso: Spoilers por aquí y por allá

 

Cobra Kai es la historia de dos hombres de mediana edad que fueron rivales de amores en la juventud por los que llegaron a las manos y que tal pareciera les es imposible superar dicha etapa, pues a pesar de que eso ocurrió varias décadas atrás aún arrastran sus traumas adolescentes, y lo que es peor, los extrapolan a otros adolescentes que toman bajo su tutela, quienes pelearán por sus mentores en un torneo de Karate.

Grosso modo este es el argumento de Cobra Kai, continuación de la historia de Johnny Lawrence y Daniel Larusso, protagonistas de la emblemática pieza de cine ochentera Karate Kid. Tengo que aceptar que este texto me fue complicado escribirlo, en primer lugar por el hype que tuve por esta historia. ¡Carajo! Se trata del jodido Karate Kid, un héroe de la infancia y las tardes de trilogía en el cinco. Es muy difícil despegarse del fan melancólico para ver de una forma objetiva el aporte que Cobra Kai hace tanto al entretenimiento como al imaginario del público.

He leído en foros y en distintas reseñas que esta serie es una verdadera pasada, que si Johnny era el buleado, que si Daniel es un tal por cual, que si la cantidad de referencias pop rifan, etc. La mayor parte de estas opiniones son positivas y acogen con los brazos abiertos a esta serie que introduce Youtube Red para que pagues una suscripción y disfrutes de otra plataforma gringa de servicio de entretenimiento.

Claro que todo parece muy genial, se profundiza en la continuación de la historia entre Daniel y Johnny, hay un claro diálogo con los sobrevalorados ochenta y por supuesto la resolución de los problemas llegan a cauce con una pelea de Karate. Ni mencionar la iconografía exquisita, como la del logo de la cobra, el tablero y la loneta del torneo iguales a los de los ochenta, lugares retro de citas como el arcade, escenas de Pat Morita, e incluso el póster del torneo no tiene casi cambios; puro buen recuerdo de la infancia, no hay de qué quejarse, ¿o sí?

Pero hay algo que no termina de convencerme del todo.

A pesar de que vivimos en un boom de las teleseries, tal pereciera que el público se impresiona cada vez más con cosas casi gratuitas y simplonas, pues suele obviarse que una teleserie es capaz de ofrecer mayor complejidad narrativa, tiempo y desarrollo de personajes, son poquísimas aquellas teleseries que realmente pueden aportar algo más (tú no Game of Thrones) que un entretenimiento barato al que nos tienen acostumbrados Netflix y HBO, entre otros. Me temo que Cobra Kai no es la excepción.

Lejos de la melancolía por la historia de Karate Kid, Cobra Kai no aporta nada de nada a nada. Siguen los mismos problemas resueltos de las mismas maneras: las cuestiones del amor heterosexual, escenas aburridas de entrenamiento poco creíble con quehaceres cotidianos, personajes prototípicos que cumplen funciones muy puntuales y que sirven solo para el desarrollo argumentativo de la historia, el mismo torneo de Karate (sí, sé que de eso va, ¿pero es en serio?), y situaciones chistosas que pueden hacernos reír. Nada más. Y es que me parece que la serie pudo explorar más a fondo temas que alcanza a tocar superfluamente como los problemas de género o la segregación de personas con discapacidades, cuestiones abordadas de la peor manera posible y cuyo quod se resuelve en pegar o cambiar de personalidad para ocultar defectos físicos y !pum¡ a lo que sigue: el Karate.

Poco qué decir de esta historia y las recicladas aventuras de Johnny Lawrence y Daniel Larusso: el primero un fracasado alcoholico y pobre, el segundo un empresario exitoso y ultraburgués que gusta de hacer sushi y regalar bosais a sus clientes. Ambos con hijos que son el meollo de la situación; también anda por ahí Miguel, un hijo de migrantes latinos que es agredido y que, adivinaron, tiene que aprender Karate para defenderse. Johnny toma como protegido a Miguel y le muestra sus técnicas, además a ellos se les une un grupo de inadaptados que también quieren defenderse y se reabre el dojo Cobra Kai, mismo que es sinónimo de molestia para Daniel Larusso, quien a toda costa y con uso de su poder como persona local influyente busca cerrarlo. Todos se molestan con todos, problemas de adolescentes entre los adolescentes y problemas de adolescentes entre los adultos y problemas de adolescentes entre los adolescentes y los adultos, un torneo de Karate para finalizar la temporada, la hija de Daniel vuelve a hacer Karate, en el dojo de Cobra Kai todos siguen haciendo Karate, el hijo de Johnny se vuelve alumno de Daniel y juntos hacen Karate y la reaparición de John Kresse (la Catalina Creel de la historia) quien seguro ha regresado para hacer Karate. Todo en medio de situaciones forzadas. Esto es la primera temporada de Cobra Kai.

¿Recomendaría Cobra Kai? No, si lo que se busca es una serie que sea un reto para el espectador. Sí, para quienes no quieran pensar mucho o busquen temas de actualidad y de café. Cobra Kai no aporta nada, sin embargo es entretenida y sencilla. YouTube Red supo cómo enganchar a los espectadores, dio en el clavo al hacer una serie para los niños fans de Karate Kid, quienes ahora son adultos que pueden solventar una (otra) plataforma de entretenimiento por streaming.

 

Alberto R. León. Twitter: @intratextual

Entrada previa Beso de buenas noches
Siguiente entrada Cajeros automáticos