Paraíso


I

Le estalló el pecho
por fumar en los brazos de una estrella muerta,
por andar de poeta epiléptica con orejas de gata.
Perdió el control y se dio la vuelta y tomó mi mano.

Sólo una tonada lo que sé de su vida.
La letra furiosa, la estúpida guitarra eléctrica,
los golpes afiebrados del bajo y la batería cruel.

Ella perdió el control y tomó mi mano y dijo
imagina que soy la chica de negro, que soy Patti,
soy Patti corriendo rodeada de caballos.
Es la perra avenida donde el auto
va reventando los cristales del dolor.

Sobre el pavimento
he vuelto a nombrar el accidente,
ese día le sangró la nariz por primera vez.
Mira hacia abajo,
las líneas de aquella sangre son blancas.

Hace frío,
hemos usado nuestro desastre como espejo.

Lo poco que sé del sufrimiento 
lo aprendí en algunos bares donde llegó a tocar.
Y no puedo hacer nada para que mis piernas
bailen
junto a su voz degollada por la música.

II

Apenas puedo nombrarla
sin que estallen las uvas en el amplificador.
Son mis pulmones enfermos
porque la mota que fumamos la última noche
era una galleta con veneno.
Nada nos hace mejores personas que las despedidas.

Todavía paso las noches imitándola.
Tomo el micrófono, salgo a ladrar a las cantinas.
Pero soy malo para eso.
Dijo que yo había perdido el control…

III

A 1200 kilómetros por hora la historia se repite,
llego a la desembocadura y escucho al viento fumando foco,
sus gritos, sus palabras, está ella
corriendo al paraíso
sobre el único LP que pudieron grabar. 

En el baño,
un borracho me preguntó por el nombre de aquel disco,
no recordaba la canción, el coro, la frase infinita,
repitiéndose,
una de esas líneas que te destruyen.

Prometí que jamás invocaría su fantasma.
Ella perdió el control, y se dio la vuelta y tomó mi mano
y me dijo:
todo es posible
pero no te enamores de mí.

IV

Vine aquí a desangrarme,
aparece su cuerpo en el cajón exacto del cerebro,
me corto:

veo pasar su nombre entre la luz.

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