Carta a una antecesora


por Daniela Amaya Mastache


Si me preguntaran por alguien que me ha dejado huella, siempre hablaría de ti, de cómo enfrentaste la vida, de cómo te gustó vivir.

Antes que nada te preguntaría si alguna vez te acordaste de mí, si por un momento en tu mente pasé, quizá sí, quizá no, pero es algo que ya no descubrí. Tu vida no la tomaría como un ejemplo literal, pero sí hay extractos que voy a recordar.

Si aún estuvieras con vida te preguntaría: ¿Por qué decidiste vivir así? ¿Por qué elegiste la calle que tu casa? Desde pequeña siempre te tuve curiosidad al ver que tu actitud no era lo normal, recuerdo cuando mi abuela te hacía de comer y yo te la llevaba a tu secundaria porque era la única que entre las rejas podía caber, al llegar tú te molestabas, algunas veces hasta la tirabas, quién iba a pensar que eso que tirabas algún día lo ibas a necesitar. ¿Por qué lo hacías? ¿Qué sentías? ¿Es que no apreciabas el detalle de tu mamá? ¿O a mí me odiabas? ¿Yo era la presencia que te molestaba? Nunca lo voy a saber pero me gusta pensar que no.

Pasaron los años e íbamos a la iglesia juntas porque tú tocabas la guitarra y yo el pandero, ahí conociste al que sería tu esposo, recuerdo cuando quedaste embarazada jamás lo habría imaginado vivieron juntos, pero no por mucho, él se fue y tú cambiaste al principio te encerraste, solo te veíamos pasar. ¿Qué habrás sentido? Quiero imaginar que mucha soledad.

Recuerdo cuando en reyes me regalaste el juguete que tanto pedía, fuiste tú la que lo hizo, no me acuerdo si en ese momento te agradecí pero tú me viste hasta llorar por ese detalle y acordarme de eso me hace reflexionar si me querías de verdad, me acuerdo cuando te hacía enojar cuando jugábamos sin parar, te convertiste en mi mejor amiga, te iba a visitar aunque sabía que me iban a regañar, me invitabas de desayunar, me encargabas tu puesto de dulces aunque sabías que me los iba a comer y todo parecía bien, pero ahora entiendo que no fue así que fue como una ilusión en la que querías vivir. Siempre me preguntaré en qué tanto pensabas mientras te encontrabas sentada en esa banqueta… después todo cambió, se vino abajo, un total fiasco, nos dejaste a tu hijo y tú te fuiste sin más a explorar cosas que yo no me atrevería, pero siempre tu rebeldía. ¿Por qué te fuiste? ¿Qué querías? ¿Qué buscabas? ¿Por qué nos dejaste? ¿No te importó tu familia? Queríamos que regresaras, siempre te buscábamos, pero un día te dejamos ir al ver que tú no querías regresar, está bien, lo entiendo, tú querías vivir, hablar, viajar, experimentar o eso creo yo. Me dolía pasar por tu casa y no ver a nadie, a veces me metía e imaginaba que estabas ahí, pero lo que más me dolía era ver a mi primo llorar por no tener un papá o una mamá para abrazar, nos tenía a nosotros pero no era igual, pues el cariño de los padres no se puede reemplazar. Caro, hiciste tanta falta, me enoja un poco el pensar que dejaste a tu hijo sin el amor de mamá. ¿No pensaste en él? ¿Tan fácil te fue dejarlo?

Pasó el tiempo, ya nos habíamos acostumbrado a tu ausencia, tu hijo se convirtió en un hermano para mí, mi hermanito menor, un niño fuerte y muy listo, él te necesitaba, él te extrañaba y tú regresaste, un día te vi de nuevo en la casa, estabas como si nada, habías regresado no sé para qué, estabas de nuevo con tu hijo, pero creo que nunca fuiste una persona muy hogareña ni de responsabilidades porque al poco tiempo te fuiste y te lo llevaste, estaba pasando lo mismo, pero ahora se sentía peor porque no solo eras tú sino también el niño, no era una ausencia, eran dos que no podía soportar, pensé que no iban a regresar ¿A donde lo llevaste? ¿Vivían bien? No importa, el tiempo pasó y regresaron los dos y esa parte de la historia, lo que continúa después no lo puedo ver, no lo puedo leer, es un secreto esa parte de tu vida y no me toca a mí sacarlo a luz, sólo sé que gracias a Dios estuviste con nosotros unos años más, las cosas no mejoraron, pero seguías aquí y sólo eso me queda decir, despedirme de ti y decirte que quizá un día nos volvamos a ver, que te extraño, pero las decisiones te llevaron a ese final, no te juzgo ni lo haré a pesar de todo demostraste ser una guerrera, fuerte e indomable, te quiero y siempre te querré; y descuida, que tu hijo estará bien, es un niño muy fuerte e inteligente, yo lo apoyaré en lo que pueda.

Me cuesta trabajo escribir esto, aún no he superado todo lo que pasó, me sorprende lo rápido que te fuiste y de qué manera lo hiciste, siempre te recordaré y me preguntaré: ¿Alguna vez me quisiste?



Siempre he vivido rodeada de libros gracias a mis padres, he tenido la fortuna de presentar libros con escritores reconocidos, como Elena Poniatowska, sin embargo ninguna historia me ha impactado como mi vida propia, llena de lecciones que parecen ficción. Decido compartir este escrito, un pequeño extracto de una de mis experiencias más fantásticas e impactantes, dejo que construyan una realidad de los hechos los lectores, lo dejo a la imaginación. Con cariño, Daniela Amaya Mastache.

Arte: Christopher Clark

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