La educación se viste de rojo y negro


Efemérides contra el olvido

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Los recuerdos que tengo de 1999 se reducen a escenas fragmentadas de mi infancia: un peluche el día de mi cumpleaños; las primeras plantas que empecé a cuidar en la escuela como parte de un proyecto ambientalista impulsado por mi profesora de cuarto año de primaria; salidas y reuniones familiares; cartas que le enviaba a mis amigos y a la niña que me gustaba. Tenía nueve años y esto representó lo más importante para mí durante aquella época, ¿qué otra cosa podría rememorar?

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Una fecha ausente en el calendario, debido al claro interés por parte de la cúpula en el poder para que se olvide, es el 20 de abril, día icónico para la educación, para la organización estudiantil, para la UNAM. Fue un martes 20 de abril de 1999 cuando estalló, dicho en palabras catastrofistas y dramáticas, la huelga más larga que se ha vivido en la Universidad. Son, principalmente, algunas de las autoridades las que se desgarran las vestiduras al hablar del CGH, cuando por mera casualidad lo hacen, y sólo para repetir lo que en aquellos meses dijeron Javier Alatorre y Joaquín López Dóriga.

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Barnés de Castro, rector en 1999, tuvo como gran ocurrencia hacer nuevamente el intento de cobrar cuotas en la UNAM, -ya lo habían intentado con anterioridad Jorge Carpizo en los ochentas y José Sarukhán en los noventas– decisión que sirvió para que la indignación manifestada, desde varios años atrás, con las recientes reformas al plan de estudios en el CCH, encontrara un cauce que desencadenaría un movimiento defendido por estudiantes, profesores, padres de familia y varios miles más.

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Durante no poco tiempo la educación pública y gratuita en México ha sido un tema en boca de los sedientos empresarios, cuyos intereses se filtran en la médula de las autoridades universitarias, porque, como es conocido, los que se regodean de ser las “cabezas” en la Universidad se eligen entre ellos mismos, sin tomar en cuenta a la mayoría de la comunidad universitaria –por ésta entiéndase profesores, estudiantes y trabajadores–; esto con el fin de encausar y asegurar –entro otras cosas– los principios empresariales.

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Esos mismos intereses que en 1999 impulsaron el Reglamento General de Pagos han minado la educación con cuotas ilegales en algunos de los posgrados impartidos en la UNAM, las cuales han sido denunciados por la Asamblea General de Posgrado, iniciativa estudiantil que pugna por hacer valer la victoria que costó presos y muertos en la lucha del CGH: educación pública y gratuita para todos.

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Mientras el tren de la historia transcurría en aquel año, yo permanecí ausente de lo que sucedía en la Universidad en la que algún día estudiaría. Las generaciones que dentro de escasas semanas presentarán su examen –otro filtro que cuarta el derecho a la educación–, para ingresar al bachillerato, alguna Preparatoria o algún CCH, nacieron justo durante los meses de huelga o en el fatídico día que intervino la PFP, para romper la Huelga del CGH, con el visto bueno de Narro –el actual rector de la UNAM– y De la Fuente –el rector que en noviembre de 1999 sustituyó a Barnés.

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Es tarea tanto de las generaciones que están por ingresar como de los que ahora tenemos un lugar, ya sea en nivel medio superior, superior o de posgrado, no quitar el dedo del renglón y denunciar las trabas que se han ido colocando en torno a la educación y las formas de gestión dentro de la UNAM. Narro está por terminar su periodo como rector; la represión, espionaje y criminalización a la juventud en todo el país, de donde nuestra casa de estudios no queda exenta, va en aumento. Por lo anterior, es imperante hallar un trabajo que nos permita responder de manera amplia y organizada ante cualquier situación que amenace a nuestra Universidad. Narro se va, pero los estudiantes y la educación pública y gratuita se quedan.

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Documental:  Huelga UNAM 99-00, Vigencia y Trascendencia

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Reportaje: Gratuidad en la UNAM, una defensa necesaria

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Créditos del material visual: Animal Dañero

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