¡Pum, pum, bang, bang!: un editorial negro [Literatura y crimen, año 6, no. 16]


[Sobre el aparente homicidio de un personaje excéntrico con cabeza de hormiga, supuestamente asesinado mientras escribía].

REPORTE DE INVESTIGACIÓN

“Los cuentos policiacos y la ciencia ficción son dos ramas de la literatura que no fueron posibles, en su sentido moderno, sino hasta que la sociedad humana hubo alcanzado un avance apropiado”, dice Isaac Asimov. En ese mismo sentido, a bote pronto creemos que la sociedad ha sobrepasado un nivel increíble de criminalidad, el cual ya no puede ser contenido por la mera literatura: la realidad, en efecto, superó a la ficción. ¿Hace falta hacer un recuento de los asesinatos, los feminicidios, las violaciones o secuestros que suceden al día en nuestro país o en Latinoamérica? Resulta imposible hacer la mirada a un lado porque, finalmente, tampoco hay para donde hacerse: a la izquierda, el asesinato; nos volteamos a la derecha y presenciamos un robo a mano armada; para atrás, un secuestro… Tampoco nos satisface la letanía protoconservadora “eso siempre ha pasado, la violencia es inherente al ser humano, los crímenes siempre han sucedido en las sociedades…”, y demás ne—

El texto se corta abruptamente.

La hipótesis más probable es que fueran notas para el nuevo número de una supuesta revista editada por el occiso (digo supuesta porque nunca la he visto en el puesto de periódicos). Según otros papeles, encontrados de igual manera en la escena del crimen, dicha revista buscaba encausar a escritoras y escritores desconocidos, otorgándoles un pequeño espacio de publicación solidaria antes de que fueran alcanzados por la locura y la psicosis. Labor noble, vaya.

Sin embargo, pareciera ser que ayudar a la gente siempre trae problemas. Junto con este texto, en la escena del crimen se encontró una nota escrita en otra letra, con pulso apurado. Ésta lee: “Por elitista”. En mis años como detective privado he visto muchos casos similares. Poca gente tiene tantos enemigos como el editor de una revista literaria; lo más seguro es que alguno de los escritores rechazados en las convocatorias anteriores haya conseguido sus datos personales y decidiera terminar con él y con su propia frustración de no ser publicado. Hallar al culpable será imposible. Los sospechosos se cuentan en los miles, y todos tienen el mismo motivo.

En fin.

Estoy cansado de la investigación, de convivir con la muerte y la traición como únicas constantes. Creo que utilizaré las notas para fundar mi propia revista literaria. A la policía, como he explicado, no les servirán. En cambio a mí… bueno, podrían ser el comienzo de una vida nueva. Y en este mundo de crimen, decadencia e inmundicia… ¿a quién le importa si alguien plagia a una hormiga muerta?

Arte: Francis Bacon

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